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domingo, 27 de marzo de 2011

Secuencias

Algunos recortes de realidad son capaces de configurar mundos imposibles, ficciones, delirios. Lo importante es soñar, llevar al límite la línea que divide lo real de lo imaginario, hacer lo que uno sabe hacer pensando que puede hacerlo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La más intensa

Encontrar de nueva cuenta a algunos compañeros con los que me gradué de la universidad hace dos años hizo que me preguntara por qué chingados mis amigas pertenecían al grupo de cheerleaders si el equipo escolar de americano era tan malo y el instructor de porras tan feo. En todo caso, y no creo que ellas lo sepan, fue un poco triste verlas reunidas comparando a discreción sus nuevos sueldos, y técnicas de maquillaje.

A mí me gustaba, de mis amigas universitarias, la capacidad de empede que cada una soportaba; al final de cada fiesta, ellas estaban facultadas para servir tragos detrás de la barra de cada bar que visitáramos. Eso era un lujo.

No sé, de todo tuvimos fama en esa escuela, al final de la carrera nos graduamos como el grupito de las-chicas-flexibles en tanto la gimnasia y la danza -en mi caso- lo permitieran, claro.

En particular, a mí me tocó ganar en un concurso generacional muy bobo, la terna de los más intensos; con intenso quiero decir lo que ustedes ya saben: argumentar en clase hasta cansarse, tomárselo todo muy personal, poner al grupo entero en jaque por comentarios que nadie soportaba (sólo quizá mis amigas y nada más).

Intensear se me daba muy fácil, cobrar por hacer los mejores ensayos en finales, clavarme en las hermenéuticas y semióticas, en Saussure, Focault y Lacan, en el pragmatismo y demás chafeces. Mis rivales en la terna de intensos eran un par de amigos a quienes por demás aprecio desde que inició nuestra relación aún cuando la paranoia de los tres llegó a hacernos creer que no nos soportábamos. A la fecha podemos pasar horas en ese bello acto del intenseo.

A un costado de la mesa estaban ellas, las irreparables cheerleaders, al otro, los intensos. La plática que sostuvo nuestra reunión se hiló entre descubrir si Batman era o no psicópata, el esbozo de un viaje que espero hacer en marzo y lo mejor: las llamadas de Cthulhu.

Todo a propósito de nuestras respectivas ideas sobre dios:
1 (Walter): no sé qué es dios.
2 (Yo): dios no existe.
3(Místico): dios tiene problemas graves de seguridad pues de otra manera no se erigiría ante la humanidad para su adoración.

Así la cosa. Más tarde apunté sobre el número 3 que me gustaría creer en un dios al mejor estilo de la cientología, con tintes cyberpunkarros y demás gustitos personales. Entonces los tres -y con bastante humo de por medio- imaginamos a Cthulhu reclamándole a Xenu por daños a la propiedad de autor. "Tú sabes, ser Lovecraftiano sí da para fundar dos o tres iglesias en el mundo"

¡Hoy encontré que tal diálogo existe! Aquí lo pueden encontrar: http://www.callsforcthulhu.com/ los clips están bárbaros y hay uno donde precisamente Cthulhu reprocha a Xenu si no será mucha casualidad aquella idea del ente pegajoso que se antoja para dios. Espero que se diviertan tanto como yo, aunque la bitácora ya es un poco vieja (2006).

Si llaman no dejen de preguntarle a Cthulhu qué opinión le merecen las cheerleaders...

martes, 19 de octubre de 2010

Voraz

¿Es que el tiempo también es para contemplarse, o cuando uno más lo atesora simplemente se desvanece?

María Elena Barreto Guerrero y Gumercindo Miranda Barreto, 1954.

martes, 5 de octubre de 2010

Gólem

Querido monstruo:

Te escribo porque ya no quiero saberte en tu terrible traje de shadowman debajo de mi cama. En más o menos veinte veranos te he dado alojamiento con plena posibilidad de elección sobre tus formas y nombres, pero no has querido tomarme la palabra. Haces lo que quieres y ahora estoy con otros asuntos en los cuales me he enfocado desde el día que dejaste claramente dicho que no me dejarías ni a sol ni a sombra. Francamente ya no nos damos abasto.

No lo tomes a mal, es sólo esta manía por desconfiar de cualquier gobierno en el universo, si te corro ahora de mí no es para instaurar la tiranía que les ha tocado a otros monstruos como tú. No pretendo que vayas por quién sabe qué rumbos, errante, escondido entre las sombras y los mitos que ya casi nadie cuenta. Yo te quiero aquí en mi casa, monstruo, aunque ello implique que guardemos algunos acuerdos a los que tal vez no estés acostumbrado. Por ejemplo, ya no podrás sentirte extranjero ni extraño en este espacio, no me ha alcanzado para improvisarte fronteras, ni límites, ni banderines -pero algo es algo- es decir, perdóname porque no puedo proveerte de una identidad a la vieja usanza, con nacionalismos o condiciones.

De ahora en adelante te acostumbrarás a desayunar conmigo una taza de café y a fuerza de tragarlo comprenderás en su amargura que las noticias de los diarios a la mañana siguiente no pueden ser tan terribles. Sin intimidarte, deberás estar preparado para despertar y asearte al mismo tiempo, no tendrás suficiente oportunidad de catalogar tus frustraciones en orden alfabético cada mañana y surtirlas en los rincones donde el polvo aún guarda memoria, ya verás que el vapor del baño deslava en su calor las pesadillas y hasta creería que no extrañarás esas sanguijuelas incrustadas devoradoras de tus más sublimes anhelos formulados cada vez que el anterior no ha podido cumplirse. Monstruo, te enseñaré a no pensar.

Te pediré cuidado con el pelo, no vayas a regarlo por toda la casa o tendré alergia, camina erguido, no ronques, no te escarbes la nariz, sonríe a las visitas, no te salgas del contorno con las acuarelas, repite el paso que tanto hemos ensayado, usa los cubiertos en la mesa, no hagas ruido si no hay ruido, compórtate descomunal sólo en comparsa de multitud, déjate retratar de tanto en tanto, deja limpio el excusado, no preguntes sobre aquello que la gente no ha de contarte, finge preguntas geniales, agrada –monstruo, ésta es la parte más dura de todas- ¡agrada!

Cuando seamos grandes tal vez dictemos conferencia y nos presentemos como un caso de éxito en secundarias de pubertos granosos, también es posible que algunos políticos y sacerdotes pidan nuestra opinión antes de declararse homosexuales o lanzarse de rockstars. Nos buscarán las señoras adineradas, tenlo por seguro, y ahí estaremos en las revistas de sociales, monstruo, criticando el adulterio, el impacto ambiental, el sistema entero.

¡Qué se yo! Para ser grandes falta mucho y con que ahora atiendas esta carta ya es bastante. No te preocupes.

Por último, no olvides que todo esto lo hago porque te quiero, monstruo. Nadie a estas alturas quiere ser sólo una aparición bizarra de cada cien años, la cosa ahora es ser feliz y estar en todos lados. Tuviste mucho tiempo para ser mi criatura tenebrosa y vaya que me has decepcionado, ahora conviviremos usando un nombre y apellido, con la vicisitud de hacernos viejos, testigos uno del otro, encerrados en la misma persona.


domingo, 18 de julio de 2010

Joy

Joy appears now in the little things. The big themes remain tragic but a leaf fluttered in through the window this morning, as if supported by the rays of the sun, a bird settled on the fire escape, joy in the taste of coffee... Joy accompanied me as I walked to the press. The secret of joy is the mastery of pain.
ANAIS NÏN

domingo, 20 de junio de 2010

Retrato al medio día

Jesús Olmos González, hijo de Eusebio y Loreto, nació el 23 de diciembre de 1921. Recuerda haber sido un muchacho simple, de barrio -aunque siempre bien boleado-, herrero de oficio. Cuenta que fue un joven tímido hasta juntarse con su cotorra. Se casó con Dolores cuando ella tenía unos quince años mientras él tenía veinticinco. Tuvieron ocho hijos, siente varones y Lola, la única niña. La familia que formó desde entonces se asentó en la colonia Moctezuma y más tarde en Ciudad Netzahualcoyotl.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cosas raras

No, no vuelvo a confiar en René y Mauricio porque ellos me espantan y hace rato mataron un conejo. Los he visto en el patio de atrás despellejándolo y dicen que guardarán una pata para que les de suerte.

En la tarde Victoria me dio fresas y con el olor del patio me duele el estómago, además los ojos de mis primos se ven malos; no entiendo por qué mataron al animal. A lo mejor luego les da por matar gatos porque mi abuela los deja afuera cuando Abrila tiene críos.

Además mis primos siempre son los que inventan los cuentos y los espantos, yo no sabía de las brujas hasta que ellos me dijeron. Me han dicho que me cuide porque cuando Felipe apague la luz del cuarto van a venir ellas y si estoy despierta seguro me chuparán. Las brujas no se comen a los niños grandes, nada más a los chiquitos porque son tiernos.

Después del conejo se fueron, también iban con ellos Héctor, Cata y hasta Moni que es la más chica. Me dejaron con Victoria porque me dolía el estómago, pero no lloré ni nada. Saqué mi muñeca para peinarla y le pediré a Malena que le haga ropita. A ella le gusta tejernos suéteres y con el estambre que sobra casi siempre nos hace bufandas para las barbis.

Pero si mi abuela llega temprano, voy a acusarlos aunque ni los regañe; también voy a escoger el pan de dulce que quiera, se me antoja un polvorón, de esos con chochitos de colores.

A lo mejor mañana sí me llevan mis primos a jugar, si no llueve. Victoria me dijo un día que con la lluvia se hacen más rápido los duraznos, pero lo malo es que así no se puede salir y cuando se calma el agua ya son casi las siete, a esa hora ya no se puede ir al cerro. Me dijo Victoria que los duraznos verdes sí se pueden comer y que con chile saben ricos. Yo vi un chile piquín en la cocina, ha de ser ése, el de los duraznos.

Me cae bien Victoria porque me hace trenzas y deja que le ayude con la comida si me aburro. También me cuida y me cuenta de sus novios, lo malo es que ella se va a las seis y si llueve pues me quedo sola cuando mis primos no me llevan con ellos. Héctor sí me quiere, él y yo somos de la misma edad, pero se hace el más grande con Mauricio y no me hace caso. Me gusta más cuando sólo estamos él y yo con Moni, nada más.

Voy a dormirme un rato, a ver si se me quita el dolor de panza. Sólo me acuesto un ratito en lo que llegan Felipe y mi abue con los polvorones, de todas formas es más fácil dormir ahorita que no suena la fábrica y no está tan oscuro, porque en la noche de tan negra ni se ven las manos y a veces sueño cosas raras.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Es en vano

Detrás de nosotros
dejamos un rastro de cadáveres.
A cuántos los quisiéramos resucitar
y darles su sol y su cantar y su sonrisa.
Nada hay que pueda ponerlos en pie.
De algunos nos hemos traído el perfume
pero ellos van en sus cajas negras
río abajo.
LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL

miércoles, 17 de marzo de 2010

Recuento de la llave generatrix nautilia

#yoconfieso que abrí mi cuenta de twitter por culpa de @NoloDz y en uno de varios intentos por tener vida social propia se me ocurrió crear un perfil bien-acá para incluirme en la comunidad a la que formo parte con orgullo. Sí, tuve un sueño en el cual Neuromancer me dijo en tono de epifanía: serás mi flor y serás nativa.

@pigmalion, no, ese username está ocupado por un ruso cuyo bio no entiendo (((Разнообнозноцифровой, увлекающийся гаджетами, подкастами и красотой%))) baaah, entonces que sea @pygmalion. Cyberpunk¡ El único tweet de ese cyborg dice: Picking up where Bernard Shaw left off. Catapulting the method of the true Pygmalion ¬¬

¿@pygmallion? no-no, ése perfi corresponde a un tal John Hetherington.

Está disponible @pigmallion, me susurró Neuromancer bajito y el mundo de Lucía Miranda saltó.

Sí, primero me quise leer muy chicles escribiendo un bio chingón. Recuerdo algo así como: Sreenplaying and cultural journalism, haciendo referencia obvia a mis burócratas actividades en @cinesecuencias_. Luego tendría que tuitear de cine, supuse, y me aventé aquél stream de My Fair Lady ((yo soy una dama porque usted dice que soy una dama)). Tendría que añadir: yo soy @pigmallion porque tú me crees @pigmallion.

Tweets, un chingo de tweets. Se requieren básicamente dos cosas: querer tirar la hueva en grande –procrastinar o lo que ese concepto guarde para sí- y tener un deseo oscuro e inmisericorde por hacerse el chistosito a cuadro. Treparse a mi adorada Telaraña no es cualquier cosa. Hay que ser lo suficientemente compulsivo para ir por más, siempre por más ñ_ñ

¡Haberlo sabido antes! Si Freud viviera diagnosticaría que twitter es la condensación, desplazamiento y sublimación de todos mis actos, faltos de moral, con hedonista libido exponencial al infinito. ((FELIZ DÍA DE FREUD))

Me he divertido, en serio.

Llegaron las linditas!! Corran¡ Tan pronto como salen de la cloaca me apresuro a convertirlas en flores, nunca a aplastarlas y es muy digna esa misión en el timeline. Gozo.

¿Qué es una lindita? Siguen preguntando y francamente me cago de risa. Tendrían que saber para resolverlo que no hay día infeliz en twitter, #nuncamasunmiercolestriste #martesdemezcal #juevesradiohead #musicmonday#follonenviernes. JUAR¡ todos mis días haciendo tweet son tan complejos e hilarantes que demandan de mí sólo algo: comunicarme, sin reparos ni pena, entre #cuate(s)

La producción de sentido (via twitter) ha ido más lejos de lo que pensé, a principios de año me animé a reabrir mi blog, me obligué también a moderar las cantidades industriales de feliz-SPAM con las que atiborro sus timelines, le declaré mi amor al Señor Moedano, me ha dado por ser Pola Weiss…

María Elena, Lobo Malo, Real Visceralista, Perro Salvaje, Dolores Luna, Danzar de gesta, Perversa Polimorfa, Lucía Miranda, La Bruja, @barbicondechi, todas y las que vayan apareciendo estamos felices de tuitearles. Ojalá no acabe nunca.

Gracias a ti no dejé de bailar, me hice una melómana extravagante, lectora asidua, niña de seis años, reliquia, líder de opinión y una desmadrosa ávida de tu siguiente gorjeo ((probablemente también me convertí en una gran mitómana, retorcida mitómana)) y tenía que agradecértelo porque ahora –como es mi costumbre- puedo ponerme proustiana para recordar nuestro lenguaje, que se extiende como el humo colorido que desprende una mandala al desdoblarse.

Sé que si escribo en este momento que bailo tango, duermo y despierto contigo en mi cama de fresas, te (A)brazo, soy tu sonrisa de-los-liquits, eres mi Palabra Precisa, #cafeinacorrepormisvenas, sigues siendo @inconstanti, #chinguesumadrecalderon #pequeñoanarquistailustrado, hola Mr @fandoeros, #yaquieroquelleguelfinde, #vamosafumarnoseso, envío un saludo hasta Titán, estás bien-pendejo mano, buenos días compi, ¬¬ deja de monearte, tu voz es de pera xhamanini, cuánto me gusta el jugo… de mandarina, corramos el Delorean y viajemos en el tiempo; tengo la absoluta certeza que sabrás que estoy hablando de ti. No sé cómo lo hemos logrado pero merece celebrarse porque celebrar #esbienbarrio y me pone muy feliz.

GRACIAS @Oldbudy @elcacabonita @Mathob @NoloDz @Region4tvRich @Ander @eseMendiola @Hermanita_ @pinheadsito @xhaman @inviernofunk @jpensamiento @La_Guadalupana @KidAtocha @fedroguillen @rociotero @efelantebalanco @paozen @Clitemnistra @Morf0 @tattoo_hunter @absolut_valium @robot2x1 @bitalicious @sanchola @miss_huntington @alaide @LauraDark @isopixel @betosalva @zombiemx @Esquiza @amerikapa @brujamota @deibe @salomonmecenas @HUOVARA @Cuidadito @Navegaciones @mxrush76. GRACIAS @habiaunchorrito ((risas)).

GRACIAS por saltar de este absurdo virtual a mi realidad, ésa que se me pone ruda en la cloaca, nos escupe a la cara esperando algo de nosotros, buena vida e incógnita para desbaratar poco a poco en la montaña, en el rancho o en Cuetzalan, en las chelas del Corona, en un concierto de Kashmir o Depeche Mode, en una sesión de Café de altura, en un Tequila Valley, en un bar de Sanborns, en las pulcatas, mezcalerías y en el Blackhorse. No se olvide también de los tacos noctámbulos El faraón ;)

Kissitos Felices para quienes aún no conozco pero son de mi familia igual. Probablemente coincidamos offline un día y sé de cierto que las risas nos están esperando. Pura bandera chingona, me cae.

De verdad la han armado en grande y no tengo más que pedirles me acompañen hasta el final de mis apocalípticos tweets, dándole vida a ***Galatea*** como sólo nosotros sabemos hacer. Sumando, troleando y tuiteando por aquí y por allá.

Cierro esta postal con palabras robadas, escritas por uno de ustedes a eso del veintitantos de diciembre:
Tengo un reloj enfrente que mide lo que no soy, nunca aprendí a leerlo –A. G. Moedano.

Sabia la forma en la que aprendo a ver las cosas en sus letras, no recuerdo bien la palabra en otomí, si me hicieras favor de tuitear el término, escribe GRACIAS otra vez.

martes, 19 de enero de 2010

Llamada (2a parte y última)

Lo detuvo.
-No, espérame. No creo que… yo…
-¿Hice algo mal?
-No es sólo que…

Y rompió en llanto. Llanto de horas y angustia. Óscar no entendía ni un demonio de lo ocurrido, quería amarla, penetrarla, pedirle matrimonio, dejarla lo matara, entregarse, morir en sus brazos. Se le ocurrió abrazarla y el llanto se hizo más fuerte. Poco a poco fue disminuyendo hasta convertirse en un pequeño adagio que lleva en su nota a las olas cuando baja la marea y el cielo predice mañana desgarrándose en tonos morados. María no habló.

Tiernamente se apartó de Óscar para escrutarlo con tal profundidad que él mismo sintió perder el aliento. Ella comenzó a desnudarse. Disimuló su temor y temblando desabrochó la camisa, luego alzó la frente buscando paradero. Así ocurrieron los hechos la noche que Oscar descubrió que María sólo tenía un seno.

Toda su vida se sintió como un monstruo, nadie sabía el secreto detrás de la ropa holgada, ni siquiera su madre. El seno de María nunca se desarrolló correctamente y el mundo no debía saberlo. Óscar prefirió no reaccionar de manera violenta. Entró en ella con todo el goce que la sorpresa le permitió; ninguna de sus amantes fue tratada como la bella María.

Trascurrieron más meses hasta ser casi doce, en medio de arrebatos, dulces histerias, música y literatura, los amantes siguieron frecuentando las fiestas de Guillermo. Amigos en común celebraban a la pareja pues veían en ellos un tal para cual, casi era una obviedad su encuentro en la vida. Ella era la mujer necesitada por Oscar en sus andares intelectuales. Quién mejor que una artista para conducir al escritor en ciernes al paraíso de la cultura nacional. Quién mejor para la musa que un hombre desvivido en amarla madrugada tras madrugada.

Alguna vez, discutieron porque él se rehusó a acompañarla a una fiesta de Guillermo.

-Ya fue mucho desmadre –argüía Óscar.
-Bueno, si no vas me puedo ir sola. Adiós.

Oscar se convirtió en maniquí cuando escuchó a María cerrar la puerta; la damita había ganado confianza en sí misma, ahora se sentía dueña del universo. ¿Quién contra eso? No Óscar. Él permanecía petrificándose frente a su monitor y críticas cinematográficas. Allá María con el amor que él le profesaba.

Guillermo usaba una estola de plumas color rosa, la amarró a María inmediatamente después de haber llegado a su casa.

-Te voy a presentar a alguien, muchacha -dio una nalgada a María y la tomó de la mano llevándola con un hombre robusto, quien se presentó como Rubén.

Atrás de ellos estaban las mismas gordas inhalando cocaína con el maquillaje descompuesto, como si en todo el año transcurrido ellas jamás hubieran salido de casa de Guillermo. Él sí había cambiado. Ahora se ponía impertinente con pocos tragos encima y no paraba de hablar sobre su antiguo amor Roberto; dejó de ser un cálido anfitrión de bacanales para convertirse en un cocainómano con aspiraciones de trascender a la heroína.

-¿Así que fotógrafa? –preguntaba Rubén mientras una de las gordas sentaba en sus piernas a Guillermo-, podrías mostrarme un día tu trabajo. Yo me dedico a la gastronomía.

María estaba más lúcida que de costumbre. Algo le produjo Rubén pues se portó particularmente agradable y segura de sí misma. Ellos también intercambiaron tarjetas y tuvieron una llamada telefónica para acordar una cita a las nueve treinta.

Además se sintió mujer como nunca, saberse deseada por dos hombres la entusiasmaba hasta el hueso. Por aquellas fechas recibió un premio nacional de pintura y salió con honores de la escuela de fotografía.

Por su parte Óscar se consumía entre la publicación de sus primeros cuentos, la angustia de estar pudriéndose lejos de María -recientemente ocupada a toda hora- y el resentimiento contra el nuevo mejor amigo de su novia, Rubén. Óscar no tenía el gusto de conocerlo, notaba en cambio la habilidad de María para perderse durante el poco tiempo compartido en una charla sobre las cualidades de Rubén como amante culinario.

En realidad, Rubén no tenía estudios comprobados de gastronomía; en primer lugar tenía un fetiche por las mujeres obesas, en segundo, obtenía ingresos económicos siendo dealer en las fiestas de Guillermo. Las tres obesas que inhalaban coca todo el tiempo eran sus clientas favoritas pues aceptaba de ellas, como parte del pago, se ofrecieran a su perversión sexual y devoraran desnudas cualquier comestible frente a él por horas.

Quizá a María el detalle poco le importaba, en todo caso ella tenía sus propios secretos. No pasó muco tiempo antes de abandonar a Óscar con el pretexto del poco tiempo ofrecido por el periodista a causa de sus compromisos con el diario. Se despidió de él clausurando con palabras el puente construido por ambos un año atrás, mientras hablaban de artes plásticas cuando Guillermo les celebraba ritos como a dos dioses.


Óscar no supo de ella en diez años. Quedó revolcado en su propia mierda ante la desesperanza de haber perdido a su mujer. La soledad lo sepultó con un premio de periodismo en la mano, publicaciones en el extranjero y el recuerdo indeleble de María en las sienes si alguna vez programaban en la Cineteca algún film de David Lynch. El amor de su vida se había marchado con un hijo de puta que la drogaba cada noche con cocaína antes de darle de cenar por lo menos tres kilos de comida.

Fue justo ahí el reencuentro, en la Cineteca. Transcurría el ciclo europeo de cine independiente, Oscar ocupaba su butaca cuando vio a lo lejos una mujer muy linda; era ella.

María continuaba con Rubén. Cualquier petición del tipo “borrón y cuenta nueva en nuestras vidas, yo con treinta y cinco, tú con treinta y tres” estaba anulada.

-He subido de peso.
-Eso veo –guardó silencio por un momento- casi me vuelvo loco sin ti.
-No hables así, ese no eres tú –María nunca se portó tan ingenua como entonces-, es mejor no llames a casa, ya sabes, Rubén…

Se despidieron y Óscar supo que ella jamás volvería, sólo le restaba una cosa por hacer; planeó con cautela cada detalle. La amaría como en los viejos tiempos, cuando los dos eran jóvenes y se descubrían así mismos entre sombras amarrados a una cama.

Rubén recibió a María con más gusto del habitual.

-Prueba ésta, la han enviado de Nigeria.

María aspiró con fuerza. Luego se sentó en la mesa disponiéndose a cenar langosta al azafrán y vino tinto. Al terminar fue a su habitación para recostarse, estaba por dormir cuando Rubén se acercó con un platón lleno del polvo blanco y lo puso frente a ella. María aspiró más de una veintena de veces. Aquello era la gloria.

Por un momento tuvo la necesidad de ser abrazada, recordó a Óscar y sintió ganas de llorar. Llamaba a Rubén pero ya no estaba, había salido a arreglar asuntos pendientes con sus clientas. Ahí estaba muriendo María con cocaína hasta el cerebro en el éxtasis del olvido; regresaba al estudio de Oscar frente a todos sus libros. Flaubert, Calvino, Alighieri…el olvido… Alighieri.

Óscar llegó a verla. La puerta estaba abierta así que entró adormecido por la fantasía de sentir a María nuevamente entre sus brazos, aquel pensamiento le embriagaba el ser entero. La encontró recostada con un plato vacío cerca de las piernas. La vio con los ojos cerrados y al creerla dormida fue a su lado; introdujo la mano por los rastros de cintura. La palpó. Recorrió el cuerpo todavía tibio hasta estacionarse en el seno, lo apretó firmemente; llegaba al templo prometido de su carne y se dispuso a hacerle el amor. Después de la descarga besó la boca azul. Recordó el vestido y la fiesta de Guillermo. Subió su cremallera y se sorprendió de no haberla despertado.

-Duerme bien.

Salió con sigilo de su casa, encendió un cigarrillo y notó muda a la ciudad, el recuerdo se avivó entretejiéndose con el presente, ni siquiera la brisa de la noche hacía en su soplar un ruido. La bella yacía en su lecho. No despertaría.

lunes, 18 de enero de 2010

Llamada (1a parte)

Se conocieron diez años atrás en la fiesta de Guillermo, aquélla fue la primera vez que Óscar vio a María en su vestido azul eléctrico. El atuendo combinaba con el gris del espíritu; acaso con la mirada triste o la voz grave. Óscar quedó hipnotizado, por primera vez tenía enfrente a una mujer igual de perturbada que él.

Intercambiaron teléfonos tras hablar rigurosamente de fotografía y artes plásticas, la charla había construido un puente muy largo entre ambos; Óscar estaba cada vez más conmovido ante la miseria de María. Mientras intentaba mirarla a los ojos, por un lapso mayor a cinco minutos, recordaba el cine de Lynch; la decadencia de los personajes femeninos configurados por el cineasta de pronto cobraban vida en esa mujer, escondida como un ratón entre humo y risotadas. Ella interpretaba con fervor el papel de la niña invitada a una orgía, él remembraba a Laura Dern o Isabella Rosellinni. Las palabras iban mezclándose con el aroma a sudor y exceso. Sería la octava ocasión que él se enamoraba a sus veinticinco años. Daba lo mismo. Guardó la tarjeta con el número telefónico sin perder ningún detalle de María, ningún milagro de María.

-La femme fatale –pensó Óscar dando la última calada a su cigarro.
-Nos llamamos –dijo María mirando sus zapatillas desgastadas- este fin no. Estaré trabajando hasta tarde. Cuídate. Ciao.

Óscar era periodista, María, fotógrafa de tiempo completo. Guillermo bailaba salsa con un negro, al fondo tres mujeres obesas inhalaban cocaína tumbadas sobre un taburete persa.
Óscar escuchó pasos torpes y apresurados por la bocina, luego algún lío con el cable de su interlocutor. Por fin María contestó el teléfono, el ambiente volvió a ser el de aquel antro en casa de Guillermo; otra vez aparecían los destellos del vestido, el alcohol y las gordas celebrando a Dionisio.

-Mi padre es pintor, enemigo de Tamayo. Creo que es por él que tomo fotos.
-Yo no recuerdo bien al mío.
-¿En serio? Pensé que dirías que era intelectual del gremio.
-No, para nada. Era trailero.
-(risas)
-¿Estás nerviosa?
-Un poco.
-¿Por qué?
-Hace mucho no conocía a alguien tan lindo como tú.
-Paso por ti a las nueve.
-Nueve y media.
-Está bien. Nueve treinta.

Óscar colgó el teléfono y siguió frente al monitor de la computadora. “Blue Velvet es una imitación barata de Hitchcock” encabezaba la crítica que publicaría el viernes.

Llevaban saliendo tres meses. Era octubre. Dieron un paseo por la Plaza Janeiro después de haber bebido pésimo café cerca de Casa Lamm. Pronto hubo un silencio bestial; la ciudad entera parecía haber sido encarcelada por algún tirano prohibiéndole el ruido de la cotidiana romería. Las sirenas dejaron de cantar y enloquecer a los hombres, los árboles obligaron a sus hojas a callarse, aun los autos decidieron ceder al mutismo. Todo ser se hizo transparente. Él cogió su mano y la llevó a su casa. El viento tuvo miedo de soplar y la luna aparecía en lo alto.


María nunca había visto tantos libros juntos, la buhardilla de Óscar le atrajo como luz a los moscos; su mirada iba entregándose lentamente a los títulos que él guardaba como su mejor tesoro. Miller, Flaubert, Calvino… Ella divisaba la colección y él le abrazaba la cintura; la giró hasta rozarse el aliento. Cuando sus miradas se enfrentaron, Óscar le bajó el cierre y luego el pantalón hasta los muslos. La nariz de María traspiraba gotas de sudor que le resbalaban hasta el cuello; estaba excitada, no cabía la menor duda. Los amantes habían esperado demasiado para el encuentro y por fin las bragas se humedecían al contacto con los sexos; las ganas dejaban de arrinconarse en títulos literarios.

martes, 12 de enero de 2010

Panteones

Este personaje será un viajero.

Bajará del camión después de las diez de la noche. La hiel inquieta le solicitará atenciones cuando escuche el silbido camotero. Tendrá que subir el empedrado del pueblo con su costal al hombro y su bolsa de nailon en la otra mano. Sus pisadas en las piedras mojadas titubearán para no resbalar y serán de un sonido metálico y terroso.
Por fin algo mareado cruzará el umbral de sus imprecisiones. Llegará no se sabe dónde a camposanto.

Es curioso pues ahora mismo se me antoja que el personaje que camina entre las tumbas -ebrio y hambreado- vaya de espaldas muchos pasos y cruzado el umbral cobre vida.