Habitante de los bosques y de los peñascales, donde hay agua. El ocelote es noble, principesco. Dicen que el manda entre los animales. Es cauteloso, sagaz y arrogante. No es carroñero; detesta, le dan asco las inmundicias. Es noble y hermoso.
Grande, corpulento, no alto, de cola larga, sus manos son gruesas, ancho de cuello, cabeza grande, orejas pequeñas, hocico grueso y carnoso, nariz también carnosa, rostro ancho, ojos como brasas ardientes, dientes chicos y puntiagudos, colmillos grandes y anchos, boca grande y abierta. Garras encurvadas y aguzadas. Tiene varios colores, manchas negras, pecho blanco, alisado, suave.

De noche está vigilando, busca lo que ha de cazar, lo que come. Su vista es muy buena, muy clara. en verdad ve muy bien, ve lo que está lejos, aunque esté oscuro, aunque haya niebla lo ve.
Cuando ve, cuando se encuentra con un cazador, no huye, no corre, se acomoda, no se esconde el ocelote. Entonces empieza a resoplar; con su aliento hará desmayarse, aterrorizará al cazador.
Entonces el cazador comienza a disparar sus flechas. Y la primera flecha de caña que le lanza, el ocelote la atrapa con sus garras y la destroza con sus dientes. Se pone encima de la flecha rota gruñendo, resoplando, haciendo ruido con su garganta.
Cuando el cazador dispara otra vez, hace lo mismo. Y si el cazador dispara otra vez hace lo mismo.

Pero el cazador adiestrado, cuando ha disparado su primera flecha, si el ocelote la atrapa con sus garras, toma entonces una hoja de árbol o el pétalo de una flor y lo encaja en la punta de la flecha. Luego la dispara. La flecha con la hoja va haciendo ruido, como si fuera un chapulín. La hoja tal vez caerá a medio camino o quizás al lado del cazador. Al caer la hoja, el ocelote se distrae.
Entonces el cazador puede flecharlo, atinarle con la flecha.
Cuando el ocelote ha sido flechado, da un salto y luego cae en el suelo y queda sentado como un hombre, se coloca como estaba antes, con los ojos fijos hacia arriba, no los ha cerrado, se queda como viendo, parece estar vivo.

En donde quiera que come el ocelote, echa vaho para asustar a la gente y para que se aleje. La carne del ocelote quema la boca,
hace daño.
Códice Florentino, BERNARDINO DE SAHAGÚN
Traducción Yancuic Cemanahuac Iyolcahuan,
MIGUEL LEÓN-PORTILLA
Ilustraciones MIGUEL CASTRO LEÑERO
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