¿En dónde he estado?
En drogas y mezcales. Y bailando con algo de hash a las no sé qué de la mañana, puro rebel funk, afrodisíaco y cubano. He tenido poco tiempo para ir al cine.
¿En dónde no he estado?
Lo suficiente con mi familia, según parece y eso no es novedad. A veces me preocupa un poco estar perdiendo los adorables momentos en que mi sobrino hace tal o cual gracia y que si ya se sienta solo o escupe la comida o lo que sea.
¿En dónde pienso estar?
En la playa. Sigue en pie mi plan de largarme antes del Festival de Morelia, en la segunda quincena de octubre.
¿En qué trabajo?
Últimamente Imcine me quita muchas horas de mi tiempo. Vaya, los trabajos suelen ser así, sólo que -últimamente- no es muy diviertido. Para alivianarme conseguí tres trabajos distintos, dos de ellos corriendo, uno por empezar en enero pero que necesita ya muchos preparativos. Me mantengo ocupada todo el día y eso posibilita cuidarme de la mamera de gallo, es decir, no tengo tiempo para abrir heridas viejas ni para chaquetas mentales. Sin embargo pongo en claro que es por falta de tiempo, no por otra cosa. Ajá.
¿Qué leo?
Un librote de mujeres en cautiverio, madresposas, monjas, putas, presas, locas... aborda como el género femenino niega rotundamente la construcción de autonomía. Un gran tema, a ver si se me pega algo.
¿Qué detesto?
A Enrique Calderón López Obrador Gordillo, por puto y prostituto al son de su pinche madre.
¿Qué vi recientemente?
Una gran serie de tres capítulos que se llama Espejo negro, bueno, Black mirror. Es lo mejor que veo desde V de Vendetta.
Imagínense que un día secuestran a la princesita británica y para dejarla en libertad el primer ministro debe tener sexo con un cerdo, en vivo, en cadena nacional. Y ya les conté demasiado, pero no lo más importante.
Palabras como twitter, facebook, avatares, youtube, trending
topic, marcan camino hacia un futuro lleno de tristeza. Black Mirror muestra en tres tristísimos episodios la distopía que estamos creando, uno de ellos incluye la extricta vigilancia de nuestros mejores y peores recuerdos en un rebobinado audiovisual, especie de panóptico, y otros berrinches de ciencia ficción que en verdad me han gustado.
¿Qué aconsejo?
No cambiar tu status de facebook para escribir que eres inéptamente feliz, es para idiotas.
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