martes, 22 de septiembre de 2015

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Mañana será otoño. Para algunos llega el tiempo de recolectar algo que se haya sembrado. 

Algo que venga de la tierra, que no sea su sustancia sino sus fuerzas. También es tiempo de alimentarnos. El bien propio es el bien común y poquito felices en manada nos nutrimos y curamos. 

El tiempo previo al descanso con un 26 de septiembre que pondrá a deshojar mi corazón de tristeza.

Pero mañana toma forma de una conquista que se vuelve loca por encontrar(nos).

miércoles, 19 de agosto de 2015

El amor bifurcado

A continuación, un malabar de fuerza centrífuga.

Llegado el punto en que uno crece y parece más idiota, adulto y ya, es más sencillo caer en cuenta de la gravedad de dos situaciones: 

1. 

Las personas que te aman profundamente tal vez ni siquiera te acompañen, no les verás con frecuencia ni en las comidas familiares que valieron la pena, ni en los hospitales mientras tu padre, ni en menores asuntos. 

Aquellos tendrán muchos amantes, más de los que te enteres, y es cierto que querrías abrazarlos a todos por igual. El amor y constancia de quienes te quieren entrañablemente será develado cada tanto pero muchos años después, ya sin remedio, y jamás volverán a explicártelo porque no lo necesitas.

2.

El siguiente confín se dibuja con la llegada de otros seres provenientes de más lejanas galaxias, los mismos que hacen la lista de gente que jamás te va a querer como tu ego lo demanda y gente en la que no querrás depositar más afectos porque ya de por sí estabas un poco traumado.

Será mejor que compartas un poco la mejor versión de ti mismo con esos seres porque escriben contigo un presente tan imperfecto como bello. En esa antípoda crece la singularidad del amor para dejarse caer, el único posible cuando entre dos, el uno cuida al otro y viceversa. 

Porque no hay nada mejor que sentir, más o menos pero sentir, a manos llenas

las dos manos.


jueves, 25 de junio de 2015

Pura biología

Una vez finalizadas las respectivas pausas en nuestras vidas de recabrones, 
ahora que somos nada y más que solitarios
 pero cada vez más nosotros mismos, 

 se asomó la luna detrás de tu cortina improvisada
para decir que disfrutáramos tantito.

No hubo de otra ni que hiciera falta.



viernes, 29 de mayo de 2015

Cubos de hielo

Una tarde de granizo comprendí que tu existencia y la mía están disparejas. Que no hace falta aferrarme más. Hasta que pase la lluvia guardaré este humilde intento por mirar cómo transcurre la tarde. Y solo eso. 

Las emociones psicodélicas, han dicho los sabios, no son para perderte (o perderse al viaje) en el viaje, ni para una curación exclusivamente personal, ni para el deleite efímero de los sentidos; si miramos más allá hemos de adquirir el conocimiento total del universo, de eso se trata todo, de sujetar una idea que no sea pequeña por insignificante ni tirana por grandilocuente.

Te quiero, lo sé de sobra. Hasta hace un momento que caminaba por el parque ignoraba toda esta arrogancia de hacer un drama para llamar la atención que debe estar a este tiempo depositado en otro lugar. Basta de este ego berrinche. 

Una sirena, una jirafa, una perra, una puta, una virgen, una osa, una planta, una constelación, una vaca. Rechazamos la competencia. Es una trampa. 

Ya no quiero liberarte de toda tu angustia ni de tu pérdida, quiero hacerte saber que hemos ganado definitivamente. Vencimos sobre nuestro cúmulo de posibilidades, lo fuimos todo, creo que lo somos todavía.

Ahora me acompañas en forma de humo, y como solía decir nuestro ministro del espacio, platico de ti con los tamales. 

Me acompañas en forma de mar quieto, de río confundido. Es muy importante hacerte notar que tu regreso no necesita anunciarse porque en cada espiral hay un trozo de pelo gris, y esa interrogante que me haces todavía en sueños se responde ahora y no en otro momento. 

Se responde en el lío de la aceptación rotunda, en el baño, leyendo las noticias, huyendo de las elecciones. Es así que atravesando este presente y no otro me permito volver a la manada, a esa condición nada especial que hace mirarte de verás. Que hace posible mirarme en serio.

Así es que pongo a lavar nuestra memoria, mañana la tenderemos al sol. Tú en tus asuntos y los de todos, pidiendo un poquito de justicia y verdad para el pueblo.

Yo me iré rearmar mis barcos gigantes, hombre ranita pez, y desde acá con la sonrisa un poco congelada te saludaré con la esperanza de siempre, compañero. 


martes, 26 de mayo de 2015

Otra vez chau

La mañana fue demasiado hermosa como para perder el ánimo. Digo demasiado porque estaba ahí en plena colonia Guerrero con sus nubes pasadas de chidas.

Luego hay que ver los periódicos- redes sociales-, la represión interiorizada (y no tanto) te escupe en frente: acoso a lesbofeministas, emboscadas en ostula, ocho meses sin nuestros compañeros de ayotzinapa.

Esa es la sopa que día a día uno debe tragar, al parecer la única que hay. El filósofo alemán de moda ha sentenciado: no somos más que un cúmulo de sujetos deprimidos y agotados.

Y sí. Prueba de ello es que debo regresar a la oficina con el pretexto de esa entrega muy urgente y su corrección editorial, no será viable desaparecer de ahí antes de las nueve de la noche.

El día empezó temprano, a las 5am, y de tal condición no debería quejarme porque en equipo estamos haciendo un cortometraje documental, algo que si bien no es mi proyecto, sí es una actividad que busqué para mí desde hace meses.

Ayer pude zafarme del trabajo después de la una de la madrugada, eso suma algo así como tres horas de sueño encima. Luego de la grabación llegué a casa con la intención de tomar una siesta, pero cómo podría.

Quizá sea la alienación extrema, pero utilicé un par de horas para leer y releer varios temas del fin del mundo, en lugar de dormir. Esas lecturas tienen la peculiaridad de hacerme sentir miserable e impotente. ¿Cómo incido yo en toda esta masacre? Es algo que me pregunto con frecuencia.

Hace poco leía que la depresión es un acto narcisista puro que impide el reconocimiento del otro que siempre está ahí, es muy cierto. Las depresiones y tristezas, el mal de amores, la autoconmiseración y otros, no dejan poner la cabeza en ningún lugar, menos en una inquietud política. 

Por eso es necesario estar bien truchas y con los ánimos altos. ¿Pero cómo si al menor intento de risa ahí está el recordatorio sistémico que nuevamente todo lo pudre? O a lo mejor ya me puse muy punk.

Ciertamente reconozco en mí que tras episodios de eventual tristeza y mucha nostalgia, estoy más ejercitada para regresar al ruedo, no con la sonrisa de los mejores días pero soy-hago-estoy. Y seguramente en este contexto donde el todo (capitalismo) apenas nos deja energías para sobrevivir, ya es bastante.

En fin, dejaré la habladera. Todo afuera se cae. Atravieso una de esas temporadas donde esa frase está inconclusa pero así está bien, eso intento.

Sin embargo la conciencia ya no se anula, así que pude no tomar siesta (un día e desvelo no mata a nadie) pero me di este momento para escribir porque es la manera de solidarizarse con menstruadora, en un espacio como blogger, que a ella le gusta mucho.

Y en otra categoría también veo el asomo de dejar partir lo que ya tiene que partir o ya había partido pero ahí me tuvo de necia.

Es hora de hacerse un café, usar la bufanda y botas favoritas, y regresar a la oficina.

jueves, 30 de abril de 2015

Hacerse el mapa

Es conveniente saber trazar un mapa. Cuando a uno le va de la verga en la vida, o cuando le hace uno al drama, o cuando todo se salva en cobardía, existe un ritual bobo en el que te obligas a hacer, a poner en acciones, diez maneras que son indispensables para tu supervivencia cotidiana.

Quiero decir: te obligas a levantarte de la cama aunque sea la una de la tarde. Pasé por el episodio de no levantarme en todo el día de la cama un par de ocasiones con nivel de culpa sobresaliente. Este atentado es violento por lo sutil, se trata de llevar al límite la capacidad de postergar las otras nueve acciones, es infalible.

Además te obligas a llevarte un pan a la boca, te obligas a darte un baño y fumar menos que una caja al día. Te obligas a no llamar a tu mamá (nivel de destreza: alto), te llevas a rastras al trabajo. Te obligas a no textearte con ni madres de tus amigos y menos aún con la calidad de persona a quien pongas como pretexto para ocultar tu falta de autonomía.

Te obligas a estar en ninguna parte. 

Aquí es donde viene lo del mapa. Con el tiempo te darás cuenta que existir duele y nadie (a veces ni tú mismo) es responsable de ello. Un par de amigos jipis te dirán que te enfrentas al largo y no menos asombroso camino del autodescubrimiento. Esos seres afirman que hay una luz al final del camino. 

Lo cierto es que en algún punto descubras que tanto pensar no te lleva muy lejos, pues recurrentemente acudes a los hubieras, le haces de tira contigo, y es justo rumiando en tu cabeza que te ves imposibilitado a tomar tus absurdas diez acciones del día.

El ritual consiste en abarcar con la memoria todos aquellos momentos de ese pasado que tanto te gustaría recuperar. Es lógico que esos recuerdos estén llenos del amor que has compartido con los tuyos, y que no alcances a ver que depositas demasiado en el bien que te proporcionan los demás.

Es necesario entonces tomar nota de esos bienestares, incluso explicando que los compartes con otros o que son únicamente los otros quienes los suministran. Esto requiere honestidad y te va a costar mucho mirarte en el espejo.

La magia de este costumbre surte tal efecto en la imaginación que por un instante puedes borrar al mundo. Si las personas viviéramos en un excel la columna que dice personas que conozco debería borrarse, de eso se trata.

En los confines de la desértica soledad, ahí donde todos ellos y aquellos ya se fueron, justo en esa intersección estará la lista de bienestares primarios que habías dejado de construirte para ti mismo. Ahí esta tu talento para tal o cual oficio, ahí están tus apetitos más oscuros, las noches de tu vida más memorables.

Para entonces ya no es necesario obligarte a tener diez mínimas consideraciones con tu ser, si miras bien la lista de las cosas que creías disfrutar sólo en compañía, resulta que en realidad muchas de ellas las puedes hacer por ti mismo. 

Un pequeño tirano individualista sonreirá desde tus entrañas agradecido contigo, por satisfacerlo. Se llama ego y tendrás que conocerle.

En tanto llegará una noche que te de mucho antojo ponerte un gallo y un mezcal y cocinarte solo para ti hasta tarde, tendrás más tino para aprender a colectivizar algunos asuntos de tu vida, los planes serán menos a largo plazo pero más sinceros. Los viajes serán una maravilla a tus ojos, quizá vayas a sembrar. Notarás que el 87% de tus haceres (que han incrementado notablemente) tienen alguna incidencia política, algún rebote en el pensamiento humano. Cogerás más, o menos, pero más rico. Algunos te encontrarán muy bello y apetecible. Flotarás en el vacío como el que nada de muertito.

Así el ritual bobo.

No hay final para ninguna luz de ningún túnel, lo que hay es una franca calma en toda la magia que acumulas y reflejas en tu forma, en solitario. Lo que hay es pasarla poquito bien contigo y saludos breves a las personas que has amado, los rencores se disuelven con el humo, acuden a tu mesa todos tus chamanes.

Platicas con tus ausencias, seguramente les has invitado de tu cena, como si tu cocina fuera la mejor de la ciudad. 

Escuchas las canciones que ponías con tu exnovia de los veintes y todo acaba en que le dices imaginariamente:
siempre nos vamos a querer. 


Pink Floyd - Echoes 


lunes, 9 de febrero de 2015

Veintiocho, escrache al cuerpo

No se sabe de qué es uno capaz hasta el día que amanece en un lugar que no es casa, digamos en un no lugar, con una botella de whisky vacía en la bolsa. Esa ebriedad permite ver un poco el fondo del sí mismo, las nuevas formas.

Quizá me reservé hasta este lunes de oficina con las manos congeladas para escribir este no-suceso. Evitando el incómodo lugar común de hacer como que se escribe mejor siendo un borracho, porque no es así y de todas maneras escribo horrible.

Aquella noche fue la más divertida. Bailar sin limitaciones mentales canciones pasadas de moda y hacer el ridículo. O no.

Domingo, 3: 35 am. En el baño una chica travesti me concedió el honor de usar su lapiz labial rosa pastel y me lo unté en la cara con el mismo orgullo que desperté horas más tarde.

Domingo, 10:20 am. El maquillaje era un desastre, miré en el espejo de aquél departamento la peor versión de mi misma. El delineador batido insistía en que mirara, los labios hinchados y calientes también.

No fue una noche de agotador sexo salvaje, vaya, ni siquiera tuve el gusto de pasar la noche acompañada más allá de los amigos agitados con los que bailé sin parar. 

El tema era muy otro. Porque eso que vi en el espejo, ese lugar de batallas tan descompuesto, me azotó en la cara un guiño de libertad. Comunicarse con el lado turbio de un cuerpo que día a día se diluye hasta la muerte no sólo es posible, es indispensable.

Y para qué.

Para obligarse a salir a la calle en busca de alimento, para seguir insistiendo en ese nivel precario y tierno de la sobrevivencia que por supuesto nunca se merece. Soy capaz de reconfortar mi mente y espíritu: este domingo puedo sola. 

Hay que bajar la guardia, un día esto también acabará.

El sol del medio día me dejaba ciega, caminé hasta el mercado y de regreso. Por esas calles podría o no encontrar a quien el azar me pusiera enfrente, a algún cariño de otros tiempos, un familiar al que tienes siete años de no ver y no es familia, ese invento del patriarcado al que decidiste nombrar el amor de tu vida. 

Entretanto, el ficcional paseo, transición sábado-domingo, concluyó sin hablar con mis fantasmas. Porque el fantasma era yo jalando mi sombra teporocha. Sin brasier ni calzones debajo de la ropa, recién desmaquillada, cargando por tu barrio, casi afuera de tu casa, las bolsas del mandado.