jueves, 8 de diciembre de 2011

Carta náutica



Coordenadas celestes

vos eres
mi estrellita distante



II 
Zenith y Nadir

las manecillas persiguiéndose trémulas
una tras otra como deidades enfermas
salpicadas de piel y costa lejana
creando el tiempo



III
Los barcos 

vaivén de risa rompiendo las olas
certeza que desnuda la niebla
virando, pesada y llana
cuando a ti van los ojos de noche



IV 
Nodus 
 
eres la navegación ciega en que me digo
tus mapas y huesos
mientras la lluvia salpica las piedras
y se anuncian las claras del día



.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Háblales de la guerrilla

Tuve marcada en la frente una frase que escribí 
"Lo necesario por encima de lo ideal..." y pensé "¡Me niego!" 
y busqué el ideal. Existe, en algún lado, en verdad existe.
Así que mis decisiones han sido fáciles, o no tanto, pero conscientes. 
Eso, es Revolución, contrarevolucionario sería someterse a un destino de "vía de mientras".
E.M.
:P


martes, 6 de diciembre de 2011

Me gusta

encontrarnos 
por ahí

construyendo
el mundo


solos

solitos
dando pasitos

pasos despacios
que hacen espacio
entre paso y paso
uno a la vez







jueves, 1 de diciembre de 2011

-

[smokey taboo]

las tortugas lloran
bajito, bien leve
sin perturbar al mundo
con ternura que nunca encuentro
detrás del monitor y el miedo

este lenguaje
sin lengua que vestir
para hacerse un poco cierto

la retórica del destiempo
los trenes que no cruzan

una corrección de estilo absurda
con sinónimos ausentes
de justeza y melancolía

el olvido abre la boca
programa un desdoblamiento
ritual invertido, grotesco
y desnuda la nada
esos inviernos confeccionados
a hechura para no abrazarnos

la tiranía de lo real cobra forma
los monstruos se hacen niños
los labios desdibujan dichas
 y otros calendarios
que sudan arena
ahora que nadie nos escucha































jueves, 24 de noviembre de 2011

Un mundo maravilloso

Los recuerdos se van activando de pronto, las espirales se retuercen y la psicodelia del flashback me reclama cosas que no comprendo.

El espíritu críptico de lo privado se extiende entre melodías de hace dos décadas, me maquillo los ojos con demasiado delinador, noto algunas primeras arrugas y sigo recurriendo a los colores oscuros.

Hay momentos bien felices estos días,  los pretextos se me acumulan. Luego abro la regadera que tanto tardé en elegir y ahí están las memorias de mis diecisiete, de mis veintitrés, de mis nueve, quizá nada más. La tesis de Von Trier algo sostenía sobre la corrupción de lo femenino; brujas,  presencias demoniacas, invocaciones  del placer negado y otras metáforas tan lúdicas desbaratan a gusto y antojo estas cadenas de significantes. Lo mismo esos fractales marca David Lynch, lo mismo las otras películas de infancia.  Me hago perseguir de letras y sueños raros, el mundo me viene valiendo madres, ahora no cuento con el cinismo necesario para aplastar moscas. Nenita blandengue, vaya. ¿Y sabes? Estoy cómoda con eso, con el centenar de cedés que tiré a la basura, con mis pesadillas de volar sin zapatos sobre la playa contando estrellas, con mis niveles de eficiente neurosis burocratizada y los primeros indicios de integrarme al mundo. Empiezo a creer que tendré muchos días para acomodar los libros tarareando música feliz y edredones nuevos y nuevas idas al cine y nuevos helados.

Me sorprende esta ternura empaquetada al alto vacío, es casi perfecta.
Programo mañanas intoxicadas de humanidad pero terriblemente azules, voy haciendo las paces con el frío, hasta eso ha sido sencillo.  La memoria me regala episodios violentos, de mientras armo aquellas imágenes de escuincla renegada con sus faldas y fajes de secundaria; pienso en las manos de los hombres que he querido en menor o asesina escala más sus múltiples fallas y otros dividendos...



jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Sueñan los neoliberales con el Poema de Gilgamesh?

A veces me gusta pensar que la gente se sienta a escribir cartas y corre con prisa a buscar sellos postales y timbres; también imagino que en otro particular lugar del mundo los destinatarios abren los sobres, me gusta pensar qué noticias leen amantes, piratas, astronautas, cabos de la milicia, contadores públicos; me gusta pensar en la correspondencia. 

Pierdo mucho tiempo en imaginar cosas que no debo, soy muy necia para visualizar a las personas felices, entregadas a sus oficios, a sus bordados y cosechas, a sus diseños virtuales, hermenéuticas y aerodinámicas. Suelo desviar la atención y la fé, haciendo todo tipo de elaboraciones intelectuales para suponer que hay personas interesadas en preparar café y compartirlo en la cama muy temprano con otra gente que quizá ni conozca pero crea su igual. Repaso si otros seres humanos se dan los buenos días, las buenas noches, el buen camino.

A veces hasta pienso en ese camarada que practicaba el oficio de recitar poesía de puerta en puerta y por encargo.

Me pregunto si los demás aman, vaya, si realmente es posible o es mejor idea quedarse con la premisa del invento en el siglo nueve, me pregunto si en algún lugar no importa qué tan remoto, dos seres no piensan sino en encontrarse para pellizcarse los cachetes, para comerse la luna, para ponerse tan borrachos que no sea posible articular idea coherente. Pienso si dos o tres o cinco o diez personas tienen por urgencia besarse, humedecerse, hacerse el amor como si fuera el fin del puto mundo.

Supongo que no. No hay urgencia por entregar recaditos a la secretaria, ni sorpresas de ocasión, ni espaldas desnudas leyéndose los poros. 

El correo electrónico me manda algún anuncio de aerolíneas que no voy a ocupar, la mañana toca su sinfonía de cotidianos y sin sabores, las mentiras con que habremos de mirarnos las caras caen casi por encargo. Miro llegar el invierno con más simples y más honestos melodramas.

Felices días Benetton. UNHATE.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Dos silencios

Hay dos tipos de silencio: el primero se usa un tanto para mirar a través del otro, no interrumpir y contemplar más allá de la nariz, sirve para ir de paseo en esos camiones que tanto contaminan mientras suena un huapango y uno deja sentir dentro el efecto de un vaso de pulque a las diez de la mañana, sirve para sonreir y tomar helado de moras, de piña, de chocolate; sirve para encontrarse en la montaña, en insurgentes sur, a la salida del metro o en la entrada de un estado policiaco. Sirve para hacer café temprano, es decir, sirve para sonreir con un poco de calor en las entrañas, también sirve para coger, en todo caso y en ese verbo, los cuerpos son los que suelen decirse de cosas.

Este primer tipo de silencio sirve para crear, trabajar y delimitar el espacio que hay en uno habitando el espacio del universo. Algunas personas que se las dan de muy sabias -marakames, dalai lamas, astronautas, etecé- se empeñan en contagiar al puto mundo con este silencio. Yo creo que no hacer ruido, callar, ejercer silencio soberano cultiva desde bien abajo las complicidades en un acto subversivo y ejemplar. 

El segundo tipo de silencio sirve principalmente para huir, con el argumento que quiera decirse en algún extraño sinónimo de cobardía-ego-dolor, este silencio todo destruye,  siempre jode y es -por demás- irreparable.

Andamos duales, caray. Saludos desde la redacción. 




jueves, 10 de noviembre de 2011

Paro nacional

¡Arriba Bogotá, Medellín, Manizales, Neiva, Quindío, Bucaramanga, Tunja, Sucre, Santander! Repudio total a la reforma de la Ley 30. Universidad pública y gratuita para toda América Latina.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Paralelas y transversales

Condesa, nuestro amor se rige por el Teorema de Thales: cuando estamos horizontales y paralelos, las transversales de la pasión nos atraviesan y nuestros segmentos correspondientes resultan maravillosamente proporcionales.
LES LUTHIERS

jueves, 3 de noviembre de 2011

Conjunto vacío

Cuando la tierra se rompa y miremos pasar por debajo de nuestras conciencias el fuego, los gemidos de la gente que enloquece y las dedicatorias incorrespondidas que licencian pendejos en ciencia y teología, habremos envejecido. Lloverán lava y cenizas, y con ellas los mundos que dejamos pasar cuando fuimos mejores, los insominos que no germinamos para desnudar el amanecer con nuestras miserias. La melancolía hara implosión de recuerdos.

Veremos partir los terremotos, las olas firmando la amnistía de lo convenido. El planeta, su paz mundial de la mierda, las faltas de ortografía que solemos cometer, digamos, en la vida. Creo que esta amnesia de rencores por fin nos dejará mudos, en los huesos, amor. En la nada.

jueves, 13 de octubre de 2011

Las olas del mar

Si la mar fuera de tinta y las olas de papel
si los peces escribieran cada uno con pincel
en cien años no escribieran lo que te llego a querer
soy presa de este aposento sólo por quererte amar
y oigo las olas del mar que no cesan un momento
LOS PARIENTES
[play]

-

Ei
nos vamos

ora sí vamos a desmadrar
todos esos calendarios


compañerito





(f)

lunes, 10 de octubre de 2011

Montaña

If the world ends

[play]

Nos debíamos la suerte, estos alivios,
la risa colgada, la tuya de la mía, visceversa
y todos esos malabares con sus ojos de trapecio.

Sobre todas las cosas hacía falta hallarte
revisar perfectamente los lugares vacíos que dejamos
las sillas acomodadas detrás de la vitrina
una frente a la otra
con ausencias que yo miraba ahí todavía contándose
no sé qué tanto.

Quizá necesitábamos corroborar las bancas
que se cansaron de esperarnos.

Urgía el frío explorándonos la memoria
acompañarse de neblina,
virar el barco
mirarnos fuera del mapa
o seguir las tristezas que enrutan las arrugas de tu cara.

Hacía falta largarnos a la huelga,
movilizarnos hacia la duda, hacerle scratch al olvido
explotar la ciudad en diez tumbos
abrazarte en medio de la guerra nuclear
dejar los átomos puestos en acción directa.


Era pendiente estrenar este optimismo, del caro.




Faltaban las mesitas mojadas para no poder sentarnos
el tráfico hacia la estación
despedir el azul del domingo, comprar regresos,
inspeccionarte el cabello.

Teníamos en deuda desplegar estrellas
y montarnos en nuestro transbordador espacial,
mirarnos astronautas y creernos astronautas
subir un montón al cielo;
quizá debíamos coordenarnos, despegar las naves,
doblarnos el orgullo y las escotillas.

Y por fin llegar.
Y por fin salir de la galaxia vestidos de cálculos inexactos
Y por fin salpicarnos de silencio.

Que temblaran los alfabetos, las lenguas, los vocablos.

Apagar los ojos con las últimas sinfonías de tu recuerdo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Su pinche madre

Todavía no quitamos el dedo del renglón.

Fusiles

Nosotros somos hermanos y nos queremos y abrazamos esta imperfecta esperanza de esperarnos cuando nadie espera; de preguntarnos cosas al rostro como abandonados al centro de un mundo de espejos. Amanecemos, quizá precedemos al mundo de los primeros hombres, quiza nadie nos halla contado. Somos el fuego de dos pájaros formando una espiral proscrita, dos tiempos por germinarse en un fruto de respuestas.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Itinerario

Llegar a ti temprano con urgencia de ambulancia, de intervención quirúrgica incrustada en el beat de la soledad. De contado, sin retribuciones a largo plazo, sonrisas de por medio del por fin en casa. Desplegar maquetas, urdir los planos, inventar instrucciones; hacernos de plantas, de varilla y tabique.

Reinventar tus juegos y zurcir tu pasado sin preguntar cómo con quién en dónde pues es prioridad este asunto de platicarte el cielo y moldear las formas del presente arcilla.

Puedes venir a preguntar por ti, por quién eras entonces, por tu inquietud de gato, por tus máscaras de jaguar y otros asombros. Intentaré guardar esta memoria en tiempo supernova encontrando otras maneras de morir tus precipicios.

Amor, el amor transita a la velocidad de un tren viejo y atraviesa el sueño del mundo, despliega un manifiesto sobre la cautela y gracia de tu espasmo. Porque aún no nos conocemos, porque no sé a qué sabes detrás de las orejas. Porque a estas fechas tengo particular interés en hacer colección taxonómica de tus días soleados para darle cara a la guerra común de lo cotidiano y sus bombas de rutina y sus atentados terroristas de hastío, y sus acuartelamientos en corazones que bien parecen casas de seguridad con sus interrogatorios kagebé, efebeí, y ojalá nada más.

Morir mañana, renacer temprano, preparar estas líneas y desayuno. Siempre extraño de ti cosas indescifrables.

Que sepas que aquí estoy con vos, en ti.

Contigo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

69

La primera noche que vi a un hombre desnudo bailando fue en un antro gay de mal agüero muy cercano a Garibaldi, el 69. Aquella vez el tiempo se nos iba discutiendo a lo pendejo si la vida era aburrida o no. Yo decía que sí mientras un latinoamericanista de la UNAM sostenía que no y el chino también decía que no, que todo muy pinche divertido, una odisea muy corta para desperdiciarse y todo ese lujo optimista que nunca ha cuadrado bien conmigo. Para mí la vida es larga y aburrida; uno se las tiene que arreglar para más o menos construírsela interesante, pa la banda o para los padres -la más común- y ya en últimas para sí mismo.

Salimos muy borrachos de ese tugurio, a eso de las cinco de la mañana, además salimos robados, apenas con lana para otras chelas que nos rematamos en un cuarto al lado del Río de la Plata. El clásico departamento de un hippie que se queja porque Heidegger era nazi. Me molestaba ese tipo, quería acostarse conmigo, lo había insinuado desde el 69; fue que le llamé al otro compa para que hablara de la vida aburrida y medio me lo quitara de encima. Horas más tarde en su depa el sobrado neopendejo se llevó a la cama a otra morra más ebria que yo.

Para entonces eran las siete, ya todos dormidos, excepto el chino y yo poniendo canciones de borrachos, así nada más. Acordamos escuchar Latinoamérica de Calle 13 y luego salirnos de la vecindad. Nos quedamos un par de minutos muy abrazados, como si fuera lo único posible con esa clase de borrachera, sin insinuaciones ni besos ni fajes ni nada, sólo abrazados como protegidos de un mundo culero.

Pensé que de esa forma abrazaba un ser humano que estuvo preso una temporada. Asumí que no necesitaba más, ni seguir perdiendo el tiempo en cantinas, ni exponiéndome a lo bien pendejo. Fue ese amanecer, estoy segura. Algo en las entrañas venía a ponerme límite, de menos a decirme que ya no quería pasarla mal. Comprendí que uno llora porque sabe que otro va a soportarle el llanto y quizá nada, sólo eso y nada.

lunes, 19 de septiembre de 2011

...

Partamos la certeza en mil pedazos, en mil bienvenidas que repartir entre ciegos. No hay nada. Un vacío de septiembre, algún mensaje colgado en mis caminatas de mercado, el olor a carne cruda, las mejillas frías. Siempre me recuerdo mucho tus manos heladas, brillosas, tus uñas descuidadas. No sé por qué, pero guardé cada náusea de no despertarte, cada temblor de manos sobradas en la imposibilidad de formularte nuevas y bien distintas ecuaciones que inscribir en tu espalda. Me pareces una habitación a oscuras que voy tentando sin pista tuya. Tampoco sé por qué la gente viene a contarme cosas de tus ojos. ¿Hace cuánto no me sabes? Sumé. Los días son largos, no llevan la cuenta de estas faltas y mis propios bienintencionados intentos. Hice inventario de todas estas horas que llevo persiguiéndote a lo muy miserable. Las caminatas se me están haciendo angostas, temo mucho que encuentres mi cara de espanto. Tú, mi quién sabe cuándo. No sabía que conservaba este talento para vaciarme en convulsas líneas como trazando direcciones de red de transporte colectivo metro que no llevan a ninguna parte. Traje para ti una palabra desnuda, una nada más -quizá- la primera.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Lisboa

Ainda não perdemos nossas esperanças

Quizá un último viaje sea necesario para volcar toda esta locura.


Como se cada beijo
fora de despedida,
minha Cloe, beijemo-nos, amando.
Talvez que já nos toque
no ombro a mão, que chama
à barca que não vem senão vazia;
e que no mesmo feixe
ata o que mútuos fomos
e a alheia soma universal da vida.
F. PESSOA

Hay barcos que no miran tierra, perdidos van entre niebla y alga. Sudor de maderas húmedas.

-Si abriéramos a las personas adentro tendrían paisajes, pero si me abrieran a mí guardaría una playa. -Agnès Varda.

El mar no tiene para nosotros testigos ni biologías que expresen mírame aquí, comencé de nuevo, pero más pero menos pero siempre yo pero sincero. Así el tacto resbala y la memoria juega sus mejores engaños. Quién sabe qué nombre desvanece esa ola, tiempos incrustados, poros, arena.

Océanos que son de sueños y edredones. Mientras no hay puerto y lo único que nos bien aguarda son todas aquellas luces y montajes de dos o tres fulanos que para filmar corrieron con mucha suerte.

La mañana no existe en el repaso quieto de la tibieza. Las flores se cierran, el pensamiento transatlántico se inunda de peores contradicciones. Y qué más da. Sálvenos Wenders tu reino, no nos hagas el corazón de piedra y palo, hágase el amor en la luna mientras abajo con nuestras soledades va subiendo la marea. Floten naves y escotillas otra noche por si acaso fueran a quemarse. Imaginemos un poco más cómo sería robar todas esas posibilidades.

martes, 23 de agosto de 2011

La renovación de los acuerdos

Hace poco Sacbe me dijo echando el café en la lluvia: "pues a final de cuentas uno puede decir que chingue su madre la libertad, quién dijo que yo quería ser libre". Entonces vino a mí esa vieja frase que le leí al Rubén y es que a pocos les interesa ser libres, quizá a lo mucho varios busquen tener un amo justo.

Anoche me despedí obligadamente de un compa (¿todas las despedidas son imputadas?) después de no mirar mucha luz en un intento tremendamente radical de lograr algunos cambios; dicho sea al paso asunto que nos comprometía bastante individual y colectivamente.

Necesitamos tiempo, silencio, descuido pero cuidado y toda esa vaina. Espacio, yo siempre pido espacio, distancia, salir corriendo. Quizá un abrazo de despedida. Un año.

Muy otra fue la noche, muy otra.

Luego la ingeniería de asumir valores, la escala ética de principios que hasta anoche miraba devaluada en mi persona vino a cambiar con nada más ni menos que decisiones.

Junté mucha rabia tras dos escenas acontecidas en la mañana. Tenía un grito en las entrañas diciendo YA BASTA. Hablé, fui clara, rompí el boleto del viaje valle de lágrimas y aclaré que no tengo un varo, apenas para sobrevivir.

Nos tienen muy ocupados en sobrevivir.

Regreso a la despedida del compa: "ésa es la puta victoria del sistema ¿sabes? trabajamos para tener dinero para trabajar, trabajamos para tener ropa para ir a trabajar, trabajamos para tener estatus que nos permita trabajar, trabajamos por un celular y un paseo que bien merecido, nos lo merecemos por trabajar tanto"

Quizá no habría tenido otra oportunidad de quejarme del trabajo en ningún otro momento: era hoy o nunca.

Y el pecho se oprime tras la despedida nocturna, tras jurar a lo muy macho no volver a abrir esa carpeta en el archivero del futuro. Duele, sí.

También cura.

Es complicado toparse con el servilismo de uno hacia uno, me revienta esta parte. Hace tres años me hice de mi condición laboral actual por tener lugar en la vida de otro, por estar al nivel del otro. Y la puta eficacia neoliberal.

Hoy dejé un puesto en mi sitio de trabajo, lo aventé a la hoguera, de manera consciente cedí el lugar a alguien más. Todavía pienso en mis aferres de hace meses cuando decía puedo sola, qué.

A partir de hoy y quizá desde anoche me limité a ser, no me importa bajo cuáles calificativos. Me limité a decir que me hace muy feliz escribir y tomar fotografías y si es en la calle tanto mejor. Hice válido mi legítimo derecho a no envejecer detrás de un escritorio. Suprimí los títulos nobiliarios y tengo mucha pinche sed de volar.

Siempre es necesaria la pinche sed.

Le perdí el miedo a quedarme a dormir en un basurero, le perdí el miedo a confrontar al sistema. Después de anoche también le perdí el miedo a botar en algún lado la disidencia y el juego lastimoso de recortarme más y más.

Hay que chingarle, el trabajo será muy diferente ahora, modesto y reporteril. Estoy contenta. No quiero mirar atrás ni en los años que sostuve el proyecto anterior a mi cargo. La revolución triunfará en uno o no triunfará, porque uno es todo, porque todo es el pulque de celebrarme esta victoria, porque como es adentro es afuera y afuera estrellas hay.

¡Libertad a todos los presos de conciencia en el mundo! ¡Viva la anarquía! ¡Revolución!




miércoles, 17 de agosto de 2011

El libro del mundo

-Tienes que visualizar un platillo que en verdad te apetezca. ¿Estás lista? Bien, te doy diez minutos, máximo.

La salida del laberinto estaba cerca, por alguna razón ya no quería dejarlo, anduve de nueva cuenta por los jardines y miré de cerca a dos que se decían cosas tirados en el pasto. Él insistía en hacerla feliz, a saber el modo; ella a menudo se arrancaba las costras pero igual parecían hermosos bajo esa escena de pasto fosforescente y tarde de primavera.

La revolución no había triunfado y qué importaba, el viejo teletransmisor seguía dictando su mensaje: la guerra está perdida, la guerra está perdida.

-Quiero que me dediquen un poema.
-Primero debes comprender que la guerra está perdida.

Era cierto, a veces extrañaba las palabras y sus desperdicios y aún mejor, los remedos de lenguaje dispuestos, siempre. Y no bastaba. Lo demás era ruido de faxes, teléfonos sonando, vibradores y compras compulsivas en día de pago. Lo demás eran máquinas de aire acondicionado, dedos tecleando, destellos de módem, on-off. Lo demás éramos nosotros buscando mejores maneras de medir el tiempo.

-¿Estás aburrida?

Le dije que no, podría responderle que no a esa pregunta un millón de veces. El tiempo iba en otro orden, las estrellas avanzaban enfermas; yo siempre dije que el amor había de hacerse como si dos estrellas estuvieran conspirando volar el universo entero ellas solitas. Quizá la luna era clave porque alumbraba y no permitía dormir.

Contaba también la mala música de los vecinos, contaban los alimentos en el refri, marchitándose de a poco. Contaba querer estar ahí, carajo.

Visualicé quesadillas, era lo que más me apetecía cenar. Los muros de esa última región eran blandos y oscuros, temerariamente oscuros, como de genitales o como de placenta o fractal, no sé. El chiste era alzar los brazos, recargarse, notar la humedad hasta bien abajo, dejar atrás la ciudad, el laberinto entero. Cerrar los ojos, morir un rato.

martes, 16 de agosto de 2011

El sábado iré a psicoanálisis

Pues ya es un hecho. Se siente muy feo cuando tu celular llama y la voz de una quién sabe quién dice llamar para darte una cita en el consultorio tal ubicado en tal a la hora tal. Para mi buena fortuna la noticia cayó en el metro -con mala recepción telefónica- y en compañía de un buen amigo que casi me ahorca cuando le confesé que decidí tomar ayuda psicológica.

Desde hace una semana que esperaba la cita pude sortearla más fácil, de alguna manera fue como si la mitad del trabajo (y de su peso) estuviera hecho. En el inter algunas cosas han sido más ligeras, me he esforzado para que así sea.

Hay una parte indivisible muy adentro que sólo está llena de vacío e insatisfacción, vaya no es este post mi primera nota al analista pero casi. De lo que más dan ganas es de tirarse por ahí en algún lado a llorar hasta que no quede nada, absolutamente nada.


martes, 9 de agosto de 2011

200: good skin day

Mi bitácora cumple dos centenenas de apuntes. Algunos muy azotados, otros más bien cursis y unos tantos más obsesivos, persecutorios hasta la última coma. La serie de sinsentidos anotados por acá no necesariamente reflejan el extricto modo de vivir de la autora, sólo lo transforman.

Escribir
es un acto migratorio,
una cosa de aduanas
y nuevos puertos.

Un estado mental
de transatlántico.






Saludos desde la redacción.