lunes, 25 de enero de 2010

1. Todo inicia en el vacío

Una vez me enfrasqué en una discusión bastante intensa con dos compañeros respecto a los problemas que representa interactuar con otra persona. En cualquier circunstancia, sin tomar mucho en cuenta la relación que se extienda con los sujetos, comentaba que hay dos partes que marcan mi manera de comunicarme con los demás. En un extremo existe un simulacro de verdades ofrecidas y en otro un fenómeno perturbador frente a la imagen creada de aquello que está ahí. No sé bien cuáles pueden ser los fundamentos teóricos que sustentan tal afirmación pero el asunto, desde entonces, ha rondado buena parte de mis actividades como comunicóloga.

De antemano me disculpo por el exceso de alegorismos con los que suelo adornar mis letras, me gustaría contar con una capacidad más amplia para desarrollar ideas de corte teórico lejos de metáforas cursis, sin embargo estoy conciente que tal ejercicio lleva tiempo y estudio –elementos que siempre quedarán cortos- para articular ideas concisas y claras. Aunque también creo que incluir fantasías en este juego retórico me permitirá acercarme a aquellos que por azar o por decisión se acerquen a esta bitácora de otra manera. Esta serie de oraciones no pretenden más que expresar mi conmoción frente a un mundo devastado y poco me interesan las opiniones que lejos de contribuir a enunciarme mejor frente al reto que compromete a la juventud con el país, terminen por descalificar mi trabajo y el de otros compañeros en discusiones intelectuales de última factura, aglomeradas en una elite similar a la que está de moda criticar.

Comentaba en aquella ocasión que avanzar en compañía siempre representa actuación, bastante compleja, para ser empático con los integrantes de nuestro sistema social inmediato. Los últimos meses me he ocupado en observar pequeños actos comunicativos y casi siempre doy con aquellos que han saltado al vació y con aquellos que esperan dar tal brinco aunque tal evento represente una ruptura manifiesta con una serie de hábitos aprehendidos desde un juego de significación que nunca es propio.

Podría pensar que no se trata de un solo salto, al contrario, se salta hoy como se ha saltado ayer y como seguramente se saltará mañana. Los seres humanos estamos predispuestos a mutar en aquello que resulte más conveniente para la ocasión; lamentablemente –y alguna vez ya lo habré dicho en el blog- conocemos muy pocas claves para acercarnos a un plano de realización más elevado que el promedio con el que la sociedad aparentemente ha logrado mantenerse cuerda. Estas formas, sobra decir cívicas, siempre se reducen a la amistad con fulanito, la relación laboral con menganito, la relación sentimental con marianita y la acción coital con susanita. Dicho de otra forma, pareciera que más allá de la religión, política, economía y familia, no hay otra clase de acción para incidir en el entorno. Este asunto me inquieta.

Y seguro no seré la única inmersa en tal atavismo, entonces imagino a todos quienes alguna vez hemos recurrido a la escritura como herramienta para despejar el tráfico mental flotando en la nada, suspendidos, resolviendo el conflicto brutal que la autoconciencia demanda. Del otro lado están los otros con temor a arrojarse, aunque algunos mantienen los pies al filo de la orilla.

Umbral

Considero el arte como una de las actividades en la cuales el hombre es capaz de ejercitar el grado más alto de libertad. La concibo, cerca del ocurrir cotidiano, desmitificado, al servicio de la comunidad: Como medio de comunicación, conocimiento, crítica, afirmación, imaginación, vital; enfrentándose a la problemática socioeconómica y anímica del ser Humano. Solidario de los anhelos del pensamiento revolucionario en el más amplio sentido de la palabra, opuesto a la alienación, al mercado de consumo, a la especulación, a la explotación y a la vulgaridad. Como elemento transformador, valorador y dignificador del fenómeno de la existencia.

JOSÉ HERNÁNDEZ DELGADILLO

sábado, 23 de enero de 2010

Favor de soñar sin miedo

Dediqué un rato del día a concretar una idea que me dio vueltas en la cabeza desde anoche en el transbordo del metro Pino Suárez, rumbo a Cuauhtémoc. Siempre he disfrutado de armar collages, la imagen del Quijote que anuncia este blog la hice yo misma hace unos años en la escuela. El procedimiento para realizar aquella ilustración es muy similar al que recién he terminado. Se trata de un procedimiento bastante rústico, en cualquier versión de Photoshop se puede esbozar y no requiere mayor esfuerzo que un par de horas frente al monitor.


Esto lo escribo porque habrá quien busque realizar ilustraciones para su propia bitácora y he platicado con algunos quienes me comentan:

-No se me ocurre con qué imagen ilustrar la entrada.

-He visto que algunos blogs usan imágenes producidas por los autores pero ((maldita sea)) no soy diseñador o artista visual, desarrollador, geek... pfff, lo mío no es el asunto gráfico.

-Necesito una ilustración pero no sé dibujar, debe ser complicado.


Precisamente, son cientos y cientos de blogs en la red los que presentan tutoriales de paquetería para producción gráfica, he revisado algunos para tratar de reproducir efectos muy agradables y generalmente termino liada en alguno de los pasos. Lo cierto es que actualmente no hay proyecto creativo que se escape del trabajo y la retrolimentación en blogs y páginas personalizadas; he conocido abogados o chefs muy interesados en publicar su trabajo con presentaciones que incluyan imágenes, repudiando -por supuesto-las imágenes prediseñadas de la compu o los resultados que arroja el buscador porque simplemente no se ajustan a lo que ellos traen en la cabeza.

En fin, retocar una foto es sencillo, con el tiempo el ojo se acostumbra a medir los efectos y filtros de los paquetes, tipografía adecuada, proporción, coloresm, texturas y otros elementos estéticos, es cuestión de dar click y empezar a trabajar.



El as bajo la manga para generar texturas casi siempre está en jugar con la transparencia de la goma y las opciones para combinar el layer; el uso de pinceles para sobreexponer y subexponer la imagen (hacerla más clara u oscura) también es uno de mis trucos más recurrentes.



viernes, 22 de enero de 2010

Fuego griego

Avanzo
sin forma

precisa

fluido ardiente
sin corazón
ni piedad
ni sombra

desnuda
de prejuicios

al contacto
con el mar
me multiplico

jueves, 21 de enero de 2010

Sección Surrealista

Tengo necesidad de orgullo
y de algunas gotas comunes
para calentar la marmita de las flores enmohecidas
al pie de la escalera
divino pensamiento en el cristal estrellado del cielo azul
la expresión de las bañistas es la muerte del lobo
tenme por amiga
la amiga de los hogueras y los hurones
ANDRÉ BRETON

martes, 19 de enero de 2010

Llamada (2a parte y última)

Lo detuvo.
-No, espérame. No creo que… yo…
-¿Hice algo mal?
-No es sólo que…

Y rompió en llanto. Llanto de horas y angustia. Óscar no entendía ni un demonio de lo ocurrido, quería amarla, penetrarla, pedirle matrimonio, dejarla lo matara, entregarse, morir en sus brazos. Se le ocurrió abrazarla y el llanto se hizo más fuerte. Poco a poco fue disminuyendo hasta convertirse en un pequeño adagio que lleva en su nota a las olas cuando baja la marea y el cielo predice mañana desgarrándose en tonos morados. María no habló.

Tiernamente se apartó de Óscar para escrutarlo con tal profundidad que él mismo sintió perder el aliento. Ella comenzó a desnudarse. Disimuló su temor y temblando desabrochó la camisa, luego alzó la frente buscando paradero. Así ocurrieron los hechos la noche que Oscar descubrió que María sólo tenía un seno.

Toda su vida se sintió como un monstruo, nadie sabía el secreto detrás de la ropa holgada, ni siquiera su madre. El seno de María nunca se desarrolló correctamente y el mundo no debía saberlo. Óscar prefirió no reaccionar de manera violenta. Entró en ella con todo el goce que la sorpresa le permitió; ninguna de sus amantes fue tratada como la bella María.

Trascurrieron más meses hasta ser casi doce, en medio de arrebatos, dulces histerias, música y literatura, los amantes siguieron frecuentando las fiestas de Guillermo. Amigos en común celebraban a la pareja pues veían en ellos un tal para cual, casi era una obviedad su encuentro en la vida. Ella era la mujer necesitada por Oscar en sus andares intelectuales. Quién mejor que una artista para conducir al escritor en ciernes al paraíso de la cultura nacional. Quién mejor para la musa que un hombre desvivido en amarla madrugada tras madrugada.

Alguna vez, discutieron porque él se rehusó a acompañarla a una fiesta de Guillermo.

-Ya fue mucho desmadre –argüía Óscar.
-Bueno, si no vas me puedo ir sola. Adiós.

Oscar se convirtió en maniquí cuando escuchó a María cerrar la puerta; la damita había ganado confianza en sí misma, ahora se sentía dueña del universo. ¿Quién contra eso? No Óscar. Él permanecía petrificándose frente a su monitor y críticas cinematográficas. Allá María con el amor que él le profesaba.

Guillermo usaba una estola de plumas color rosa, la amarró a María inmediatamente después de haber llegado a su casa.

-Te voy a presentar a alguien, muchacha -dio una nalgada a María y la tomó de la mano llevándola con un hombre robusto, quien se presentó como Rubén.

Atrás de ellos estaban las mismas gordas inhalando cocaína con el maquillaje descompuesto, como si en todo el año transcurrido ellas jamás hubieran salido de casa de Guillermo. Él sí había cambiado. Ahora se ponía impertinente con pocos tragos encima y no paraba de hablar sobre su antiguo amor Roberto; dejó de ser un cálido anfitrión de bacanales para convertirse en un cocainómano con aspiraciones de trascender a la heroína.

-¿Así que fotógrafa? –preguntaba Rubén mientras una de las gordas sentaba en sus piernas a Guillermo-, podrías mostrarme un día tu trabajo. Yo me dedico a la gastronomía.

María estaba más lúcida que de costumbre. Algo le produjo Rubén pues se portó particularmente agradable y segura de sí misma. Ellos también intercambiaron tarjetas y tuvieron una llamada telefónica para acordar una cita a las nueve treinta.

Además se sintió mujer como nunca, saberse deseada por dos hombres la entusiasmaba hasta el hueso. Por aquellas fechas recibió un premio nacional de pintura y salió con honores de la escuela de fotografía.

Por su parte Óscar se consumía entre la publicación de sus primeros cuentos, la angustia de estar pudriéndose lejos de María -recientemente ocupada a toda hora- y el resentimiento contra el nuevo mejor amigo de su novia, Rubén. Óscar no tenía el gusto de conocerlo, notaba en cambio la habilidad de María para perderse durante el poco tiempo compartido en una charla sobre las cualidades de Rubén como amante culinario.

En realidad, Rubén no tenía estudios comprobados de gastronomía; en primer lugar tenía un fetiche por las mujeres obesas, en segundo, obtenía ingresos económicos siendo dealer en las fiestas de Guillermo. Las tres obesas que inhalaban coca todo el tiempo eran sus clientas favoritas pues aceptaba de ellas, como parte del pago, se ofrecieran a su perversión sexual y devoraran desnudas cualquier comestible frente a él por horas.

Quizá a María el detalle poco le importaba, en todo caso ella tenía sus propios secretos. No pasó muco tiempo antes de abandonar a Óscar con el pretexto del poco tiempo ofrecido por el periodista a causa de sus compromisos con el diario. Se despidió de él clausurando con palabras el puente construido por ambos un año atrás, mientras hablaban de artes plásticas cuando Guillermo les celebraba ritos como a dos dioses.


Óscar no supo de ella en diez años. Quedó revolcado en su propia mierda ante la desesperanza de haber perdido a su mujer. La soledad lo sepultó con un premio de periodismo en la mano, publicaciones en el extranjero y el recuerdo indeleble de María en las sienes si alguna vez programaban en la Cineteca algún film de David Lynch. El amor de su vida se había marchado con un hijo de puta que la drogaba cada noche con cocaína antes de darle de cenar por lo menos tres kilos de comida.

Fue justo ahí el reencuentro, en la Cineteca. Transcurría el ciclo europeo de cine independiente, Oscar ocupaba su butaca cuando vio a lo lejos una mujer muy linda; era ella.

María continuaba con Rubén. Cualquier petición del tipo “borrón y cuenta nueva en nuestras vidas, yo con treinta y cinco, tú con treinta y tres” estaba anulada.

-He subido de peso.
-Eso veo –guardó silencio por un momento- casi me vuelvo loco sin ti.
-No hables así, ese no eres tú –María nunca se portó tan ingenua como entonces-, es mejor no llames a casa, ya sabes, Rubén…

Se despidieron y Óscar supo que ella jamás volvería, sólo le restaba una cosa por hacer; planeó con cautela cada detalle. La amaría como en los viejos tiempos, cuando los dos eran jóvenes y se descubrían así mismos entre sombras amarrados a una cama.

Rubén recibió a María con más gusto del habitual.

-Prueba ésta, la han enviado de Nigeria.

María aspiró con fuerza. Luego se sentó en la mesa disponiéndose a cenar langosta al azafrán y vino tinto. Al terminar fue a su habitación para recostarse, estaba por dormir cuando Rubén se acercó con un platón lleno del polvo blanco y lo puso frente a ella. María aspiró más de una veintena de veces. Aquello era la gloria.

Por un momento tuvo la necesidad de ser abrazada, recordó a Óscar y sintió ganas de llorar. Llamaba a Rubén pero ya no estaba, había salido a arreglar asuntos pendientes con sus clientas. Ahí estaba muriendo María con cocaína hasta el cerebro en el éxtasis del olvido; regresaba al estudio de Oscar frente a todos sus libros. Flaubert, Calvino, Alighieri…el olvido… Alighieri.

Óscar llegó a verla. La puerta estaba abierta así que entró adormecido por la fantasía de sentir a María nuevamente entre sus brazos, aquel pensamiento le embriagaba el ser entero. La encontró recostada con un plato vacío cerca de las piernas. La vio con los ojos cerrados y al creerla dormida fue a su lado; introdujo la mano por los rastros de cintura. La palpó. Recorrió el cuerpo todavía tibio hasta estacionarse en el seno, lo apretó firmemente; llegaba al templo prometido de su carne y se dispuso a hacerle el amor. Después de la descarga besó la boca azul. Recordó el vestido y la fiesta de Guillermo. Subió su cremallera y se sorprendió de no haberla despertado.

-Duerme bien.

Salió con sigilo de su casa, encendió un cigarrillo y notó muda a la ciudad, el recuerdo se avivó entretejiéndose con el presente, ni siquiera la brisa de la noche hacía en su soplar un ruido. La bella yacía en su lecho. No despertaría.

lunes, 18 de enero de 2010

Llamada (1a parte)

Se conocieron diez años atrás en la fiesta de Guillermo, aquélla fue la primera vez que Óscar vio a María en su vestido azul eléctrico. El atuendo combinaba con el gris del espíritu; acaso con la mirada triste o la voz grave. Óscar quedó hipnotizado, por primera vez tenía enfrente a una mujer igual de perturbada que él.

Intercambiaron teléfonos tras hablar rigurosamente de fotografía y artes plásticas, la charla había construido un puente muy largo entre ambos; Óscar estaba cada vez más conmovido ante la miseria de María. Mientras intentaba mirarla a los ojos, por un lapso mayor a cinco minutos, recordaba el cine de Lynch; la decadencia de los personajes femeninos configurados por el cineasta de pronto cobraban vida en esa mujer, escondida como un ratón entre humo y risotadas. Ella interpretaba con fervor el papel de la niña invitada a una orgía, él remembraba a Laura Dern o Isabella Rosellinni. Las palabras iban mezclándose con el aroma a sudor y exceso. Sería la octava ocasión que él se enamoraba a sus veinticinco años. Daba lo mismo. Guardó la tarjeta con el número telefónico sin perder ningún detalle de María, ningún milagro de María.

-La femme fatale –pensó Óscar dando la última calada a su cigarro.
-Nos llamamos –dijo María mirando sus zapatillas desgastadas- este fin no. Estaré trabajando hasta tarde. Cuídate. Ciao.

Óscar era periodista, María, fotógrafa de tiempo completo. Guillermo bailaba salsa con un negro, al fondo tres mujeres obesas inhalaban cocaína tumbadas sobre un taburete persa.
Óscar escuchó pasos torpes y apresurados por la bocina, luego algún lío con el cable de su interlocutor. Por fin María contestó el teléfono, el ambiente volvió a ser el de aquel antro en casa de Guillermo; otra vez aparecían los destellos del vestido, el alcohol y las gordas celebrando a Dionisio.

-Mi padre es pintor, enemigo de Tamayo. Creo que es por él que tomo fotos.
-Yo no recuerdo bien al mío.
-¿En serio? Pensé que dirías que era intelectual del gremio.
-No, para nada. Era trailero.
-(risas)
-¿Estás nerviosa?
-Un poco.
-¿Por qué?
-Hace mucho no conocía a alguien tan lindo como tú.
-Paso por ti a las nueve.
-Nueve y media.
-Está bien. Nueve treinta.

Óscar colgó el teléfono y siguió frente al monitor de la computadora. “Blue Velvet es una imitación barata de Hitchcock” encabezaba la crítica que publicaría el viernes.

Llevaban saliendo tres meses. Era octubre. Dieron un paseo por la Plaza Janeiro después de haber bebido pésimo café cerca de Casa Lamm. Pronto hubo un silencio bestial; la ciudad entera parecía haber sido encarcelada por algún tirano prohibiéndole el ruido de la cotidiana romería. Las sirenas dejaron de cantar y enloquecer a los hombres, los árboles obligaron a sus hojas a callarse, aun los autos decidieron ceder al mutismo. Todo ser se hizo transparente. Él cogió su mano y la llevó a su casa. El viento tuvo miedo de soplar y la luna aparecía en lo alto.


María nunca había visto tantos libros juntos, la buhardilla de Óscar le atrajo como luz a los moscos; su mirada iba entregándose lentamente a los títulos que él guardaba como su mejor tesoro. Miller, Flaubert, Calvino… Ella divisaba la colección y él le abrazaba la cintura; la giró hasta rozarse el aliento. Cuando sus miradas se enfrentaron, Óscar le bajó el cierre y luego el pantalón hasta los muslos. La nariz de María traspiraba gotas de sudor que le resbalaban hasta el cuello; estaba excitada, no cabía la menor duda. Los amantes habían esperado demasiado para el encuentro y por fin las bragas se humedecían al contacto con los sexos; las ganas dejaban de arrinconarse en títulos literarios.

jueves, 14 de enero de 2010

La proliferación de las formas

Adela

Enero de 1922

El año nuevo ha llegado ya, acabado de surgir de las profundidades del tiempo; y todos los corazones, el mío entre ellos, se vuelven hacia él ansiosamente, tratando de adivinar qué trae para nosotros los mortales.
RICARDO FLORES MAGÓN

La isla


toda
ciudad oscura

desastre feroz
en regla

me he quedado
confusa

aterrada

familiar

hermana


grito ciego
bajo los escombros

miércoles, 13 de enero de 2010

Reconstrucción o breve repaso sobre la condena (3a parte)

El desarrollo cronológico del cine de paranoia se remonta hacia los años de Guerra Fría, en la ficticia batalla de dos naciones por obtener persecutoriamente el poder. Para los años 70 y 80 la construcción continua orientada hacia la crítica política y finalmente llega a los últimos años centranto sus argumentos especialmente en la amenaza terrorista.

Then, tomorrow was another day, the morning found me miles away
Buttle, un hombre que ha sido arrancado de su hogar, será condenado injustamente a morir tras cometerse un error por la institución encargada de manejos información en algún lugar del siglo XX. Esta mecánica de persecusión me recuerda al terror instalado en la Francia revolucionaria (con sus parapléjicas victorias: libertad-fraternidad-igualdad), sin embargo también recuerdo la cacería iraquí cometida por Bush y la última presea Nobel de la paz, la cual sostiene: las guerras están permitidas.


Terry Gilliam escribió y dirigió su versión absurda del 1984 de Orson Wells , Brazil. En un panorama burocratizado casi con tintes kafkianos y bajo la extricta vigilancia del ojo cibernético, esta cinta narra el desvanecimiento del sujeto -su protagonista Sam Lowry- ante la hostilidad del círculo social que le circunda y el deseo de vivir con la-mujer de sus sueños.

El estado onírico de Sam parece mantener un estado saludable, incluso su falta de aspiración profesional es para él una situación sostenible. Sus perturbaciones comienzan el día que todo parece estar en su contra: su madre quiere que él sea alguien más importante, el personal de mantenimiento irrumpe deliberadamente en su hogar y el-objeto-más-reciente-de-su-amor lo ignora por completo.

La lectura del personaje de Sam Lawry obliga a mirar con mayor detenimiento un detalle: la culpa que se ha adjuntado, sin motivo aparente, tras la muerte injusta de Mr. Buttle ((el error sistémico, la falla en la estructura, la institución cuyo poder no existe aunque lo aparente))

¿Será Robert De Niro, en el rol de Harry Tuttle, una alucinación de Sam que aparece justo cuando él debe rendir cuentas sobre sus actos y asumir las conseciencias morales que éstas traen consigo? ¿O será alguien más parecido a una instancia paterna fallida, de la cual Lowry carece a lo largo de todo el film, improbable de saltar a la vista con la presencia persecutoria de su madre en primer plano?

Primera condena: esa institución primordial -la familia- ha caducado.



La culpa persigue a Sam durante la primera etapa del desarrollo de su paranoia, sin embargo, el personaje cree posible una reconstrucción de los hechos y se aventura a ser el héroe que su contexto pide a gritos. Más tarde su personalidad se transforma para estar a la altura de las nuevas tareas que la vida exige.

Ejemplo digno sobre la pérdida de cualquier relación con lo real en un estado delirante que culmina con su paso al estado vegetal inmovilizado por el miedo (donde no hay lenguaje) hacia el final de la película, quizá a la sombra de su propio deseo.

Brazil, es una cinta que todo el tiempo señala, persigue y grita todo está en al mente.

Mantenimiento

Antes de que pase mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de conciencia, yacerá arrojado
sobre la tierra,
siendo de tan poco valor como un leño.
BUDA

martes, 12 de enero de 2010

Panteones

Este personaje será un viajero.

Bajará del camión después de las diez de la noche. La hiel inquieta le solicitará atenciones cuando escuche el silbido camotero. Tendrá que subir el empedrado del pueblo con su costal al hombro y su bolsa de nailon en la otra mano. Sus pisadas en las piedras mojadas titubearán para no resbalar y serán de un sonido metálico y terroso.
Por fin algo mareado cruzará el umbral de sus imprecisiones. Llegará no se sabe dónde a camposanto.

Es curioso pues ahora mismo se me antoja que el personaje que camina entre las tumbas -ebrio y hambreado- vaya de espaldas muchos pasos y cruzado el umbral cobre vida.

lunes, 11 de enero de 2010

Aguazul


soy
temblor medusino

cabello revuelto
tibia nebulosa

delfín de acuario
burbuja en celo

humedad ojo y cueva

azul profundo
la puerta
que se abre

Reconstrucción o breve repaso sobre la condena (2a parte)

En el plano individual, la psicodinámica del sujeto orienta su pulsión hacia lo pueril del deseo -fracasado- y sustituye el sentimiento y la emoción por la búsqueda de un reflector que le mantenga iluminado a todas horas, señalando con dedo indagador su carencia moral, falta de escrúpulos, hedonista en el delirio bizarro que ejecuta para hacer soportable la realidad.

Toda esta gama de puntos ciegos ilustra con lucidez extraordinaria la reacción ante las presiones de la sociedad burguesa, capitalista y positiva; el rasgo paranoide que le condena también le obliga a abrirse paso entre el castigo y la demencia. La elección es drástica: si el hombre pretende continuar sujeto a su realidad, tendrá mecanismos de defensa y evasión cada vez más complejos o estará destinado a enloquecer. ¿Acaso no son los medios de comunicación, en especial el cine, colchones perfectos para dar salida por medio de lo latente -más que de lo manifiesto- a la trasgresión que la cultura occidental ha cometido contra el sujeto? ¿Puede el cine emerger para reconstruir la realidad y proyectarla durante dos horas más o menos como tolerable?

Mostrar los dudosos encantos de la existencia en este glauco paraíso se ha convertido cada vez más en la función del fenómeno cinematográfico; géneros como la ciencia ficción o el thriller de conspiración han tomado por sí solos la iniciativa de reconfigurar la realidad mediante metáforas que presenten, por un lado, la crítica hacia el carácter trasgresor de las instituciones (rebasadas por la tecnología), y por el otro, las situaciones que en un estado de vigilia son imposibles de elaborar y pasan a ser resueltas en el plano de lo onírico -equivalente a lo cinematográfico e inconsciente-. Justamente es en el anterior señalamiento donde la paranoia cobra importancia como temática de la ciencia ficción. ((Mi tema))

En adelante, las entradas de esta bitácora pretenderán ejemplificar las notas anteriores, sin otro propósito que reflexionar sobre el desarrollo cinematográfico en el plano de la ciencia ficción como retrato fiel de la caducidad del sistema de nuestro día-a-día. Espero, al final del ensayo, elaborar y compartir una denuncia acerca de la des-humanización que observo desde el terreno que me ha interesado los últimos cinco años: los procesos de comunicación en el fenómeno fílmico.



domingo, 10 de enero de 2010

Reconstrucción o breve repaso sobre la condena (1a parte)

La era de la posmodernidad, calificada por la carencia de un paradigma que determine su devenir, o bajo otra perspectiva, etiquetada por ser aquélla que transita por un nuevo acontecer, ciertamente fue juez en el matrimonio del deseo y la pesadilla. Orgía siniestra la de espectros, que ahora figuran como fantasmas tras el sujeto en decadencia, cuyos nombres han sido previamente seleccionados: voracidad, tecnología, sexo, poder, paranoia.

El cruel leitmotive de la cultura occidental tristemente ha sido la muerte del afecto y tras ella el fin de las utopías, la caída del Muro, el Nueveonce, la conversión del deseo por el gadget, El malestar en la cultura enunciado por Freud, 1984, Allan Moore y su V de venganza; Foucault y sus anormales.

El recuento rápido del desarrollo cultural en Occidente señala en lo obvio hacia la Revolución Industrial y la aparición de la clase media; luego hacia los grandes conglomerados citadinos estigmatizados por su carácter de masa, alienado y enajenado. De ahí en adelante, el salto hacia el júbilo de McLuhan ante los mosaicos de información ultrarrápida y su pronta decepción con la estancia tras bambalinas de medios que son el mensaje y significantes que carecen de significado. El resumen es modesto, sin embargo incómodo.

Fluorescencia


deja
que repose
un segundo

y regrese
a mi forma
primigenia

aquí
ahora

la sutileza
bajo la gasa
me sopla

este vapor
de calma

este silencio
invisible

una luz superior
me transforma

Código de Hammurabi

Según la cronología media, la señorita Miranda está sumergida en documentos antiguos, casi mesopotámicos. Es decir, por primera vez en un año, está seleccionando algunos recuerdos que habitaban debajo de su cama, al grado de tener más vida que ella misma.

Basura.

Algunas excepciones le permitirán escribir posterioremente en su bitácora.

Esta vaina está desordenanda: ortografía, cortometrajes, historias preparatorianas, mundos humanizados intersubjetivos, la abuela-mágica María Elena, retratos, isotopías, danza, apuntes sobre educación. Aquí junto, en mi cama, tengo estas asuntos y más. Si todo sale bien, explicaré cada una a detalle.

Me da gusto este afán de hámster aseado que me roba el domingo. Me da gusto sacar al (padre) muerto que se pudría debajo de mi cama.

¡Ah, ya siento que me recupero!

sábado, 9 de enero de 2010

Esa inconstancia no es algo heróico, es algo enfermo



algo
en esas piedras
me recuerda
un ombligo

a media noche,
entre bruma y gemidos

suturas dantescas
besos en lo indebido



((No quiero soñar mil veces las mismas cosas ni contemplarlas sabiamente. Quiero que me trates suavemente))

Tengo un gusto predilecto por la mala música, si es española tanto mejor. Soda, Virus, El columpio asesino, Los abuelos de la nada, Cerati... Pinchemente, pero sí. Nunca está de más darle una repasada a las canciones nostalgiosas y a los viajes que ya fueron. Tengo frío.

En casa

Corridos los diez primeros días del dos-cero-diez decidí mudarme de blog. Finalicé el ejercicio insconstante de mi anterior bitácora porque me fastidié de leer una repetición sistémica de mis vicios y formas tan compulsivas. Acá seguro las encontraré también, sin embargo me queda claro qué círculos han quedado cerrados; leo los textos del viejo espacio y en cada uno encuentro relación con un estado que ahora me es ajeno ((o que intento que me sea ajeno)) porque estoy convencida que hay otros personajes aquí, con Lucía Miranda.
Durante 2009, después de farras, encuentros y otros-misterios descubrí que la vida son días para convertirse en otro ser. Conozco tan pocas formas de relacionarme con los demás que al salirme de esas formas, primitivas y neuróticas, suelo sentir miedo. Por eso abro otro cuadro de apuntes acá, porque estoy plenamente interesada en conocer cuáles relaciones humanas estoy por construir y conocer, aprender de ellas y hacer de mí algo similar a una persona libre, con un sentido crítico y propio de este hermoso caos.
Es curioso, en cualquier momento del pasado no me habría permitido expresarme así; demasiado preocupada por mantener la-idea-de-la-mujer-que-quería-ser, hablar de la belleza, de la inconexión del mundo y de mis miedos o fraudes, simplemente estaba prohibido.
Este texto es para felicitarme. Ahora no soy la-mujer ni quiero serlo, ahora soy muchas y quiza sea todas, también todos; soy yo y celebro en estas líneas tan sutil hallazgo.

--No se me juzgue por incursionar muy ñoña en el mundo del blog. Juar¡

Retazo

Hay sueños que no caben
en el canal

por favor,

deposite una expectativa de vida

aquí.