lunes, 22 de abril de 2013

La alegría de los otros




Es difícil encontrar focos autónomos en ciudad monstruo. Hace un año llegó a mis manos la lista de productos elaborados en San Andrés Totoltepec, incluía productos varios, quesos, tomates y fresas principalmente; desde entonces soy entusiasta de esta iniciativa de comercio justo. Las fresas son muy buenas, en verdad.

Al pie Xietle, Xiquitontli, Cuazontle, Tlamimiloli y otros cerrillos sobrevivientes cubiertos de bosque al sur del DF, tres invernaderos y algunos metros de penca conviven con los pobladores de San Andrés, la mayoría de ellos dedicados a la agricultura.

Uno de los campesinos, don Gerardo, contrajo nupcias con su mujer en 1970, por decir algo. Lo cierto es que la mujer siempre fue fotógrafa y Gerardo agricultor. Luego tuvieron y criaron al Bizbi, un compita genio, mutad físico y mitad revolucionario.

A mí me llegaron oídas del Bizbi gracias a un documental, uno de la huelga. Pero este compa no pertenecía exclusivamente al crew Barricada 99, más bien siempre observó de cerca la experiencia zapatista en su barrio y en su tierra. 



Zapatistas vieja escuela

Resulta que luego de 1910, al sur de la Ciudad de México se asentaron diferentes familias zapatistas, una de ellas fue la de Gerardo y su mujer, padres del Bizbi. Este chico genio perteneció a las mesas de negociación en la huelga aún cuando tenía muy poquitos años; varios de sus amigos -mayores que él en edad- se refierieron a este evento como aquellas cosas que solo podrían sucederle a un superdotado.

Más adelante el compa enfermó de la cabeza, pudo ser de tanto pensar. Pero quién sabe. 




Una reunión de excolegas

Es muy duro hacer esa lista malsana en la que todos los nombres comparten el común denominador expresidiario.

El choz, expresidiario. Negro, expresidiario. Hielos, expresidiario. Los brujos, expresidiarios. Abrilucha, expresidiaria. Muerto, expresidiario.

Pero así fue, todos ellos compartieron cana. Se reunieron a echar pulmón de fresa autogestiva el fin de semana. Las últimas veces que todo ese parche se encontraba era a causa de un fallecimiento, ahora se miraron en las bodas del Bizbi.

Me imagino que Bizbi sacó a toda su bandita de la cárcel, aunque sabemos que los hechos fácticos no cuentan esta versión, a mí me gusta bastante formularme tal idea en la cabeza. Pensemos que Bizbi libertario logró la emancipación de los estudiantes y de tanto esfuerzo vinieron las cefáleas. 




Un bailongo sin pasamontañas

Las bodas se celebraron clandestinamente entre el Bizbi y su compañera. Nadie sabe si le firmaron al estado o si nomás grabaron en la penca del maguey sus nombres entrelazados con corazones. Sin embargo el sábado abrieron las puertas de sus casas a todo San Andrés para compartir su contento. 

Se armó el curado, los chiles asados, nopales y elotes tiernos, deliciosa barcacoa. Entrada la noche la banda con todo y trombón tocó tendido. El novio y los medios libres solidarios que cubrieron tan distinguido evento se dejaron ver con bigotazo a lo Emiliano Zapata. El cabello de la novia le llegaba hasta la espalda, recogido con un moño.

Al final de la noche soltaron las rolas de Corazón del tiempo. 

Los árboles soltaban su niebla.

El propósito de no dejar de sorprenderme se hizo claro mientras se amontonaban las horas, siempre quise presenciar un ritual así de desnudo. Pensaba que las cosas aquí detalladas eran imposibles.

Pero lo imposible solo tarda un poco más.