Algunas mañanas me encontré corriendo la espiral. Nada había pasado, nada...
Como si tres años transcurrieran a lo bestia y nos arrebataran un pedazo de alma para luego escupirlo al asfalto y nos lo dejaran ahí, desnudo, tan él.
Luego recuerdo que pasó todo y acumulo algo de rabia contra la voluntad que siempre exige cambiar al ritmo que quiere cuando no quiere.
Quiere otras cosas, otros fuegos, otras ternuras, otros golpes.
Quiere un par de guantes de box, que uno se llame Zapata y otro Villa...
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