Ya de camino fue Jacobo Silva quien nos dijo que la cárcel estaba en uno, adentro. El tamaño del encierro lo configura uno mismo en su cabeza.
En estos días algo permaneció intacto, algo muy profundo, entre tanto entierro y tierra encima y polvo seco en los ojos, que casi había olvidado.
Esto no es una descripción de mi estado de ánimo particular. Es la memoria viva de un amigo, cuya fuerza de cometa infinito ni por rozar el sol se fue de aquí un solo momento.
Atenuar, el Mago.
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