Quiero encontrarnos en muchos cuentos peruanos, habitar otros tiempos. Quiero irme a vivir contigo a ninguna parte, bailar el último foco rojo que nos de tregua, y quiero que no hables pero los cuerpos. Mirarlos ahí al alba en un bolero árabe o mejor rock texano.
Te quiero pan con crema de avellanas, te quiero tocino frito, te quiero papa asada.
Te quiero porque no hay urgencia que nos contamine ni tenemos mañanas llenas de hastío escupiéndonos al desayuno los proyectos que no hiciste, las mujeres que no besaste, los cuerpos que no nos calentaron, los propósitos no cumplidos y la ruin expectativa working class que tanto jode.
Quiero despertar a tu lado tirados en el lodo del Amazonas y que me cuentes esa historia en la que soñábamos desnudos que un dios nos creaba. O despertarnos en mi casa para catalogar los misterios en el polvo de mis muebles.
Llévame al mercado, tomemos mucho dripper y escucha mis hipótesis idiotas sobre la vida, y no hagas tuyos mis miedos.
Te quiero chilaquiles verdes, te quiero té de jazmín, te quiero café aguado de cafeterita eléctrica.
Reúne con nosotros nuestra infancia, deja que te vea caminar sobre el empredrado mojado de Pachuca cuando salías de casa de tu abuela. Convoca nuestra juventud, vamos a hacerle tecito de naranja y toronjil a las cuatro de la mañana. Cuéntame que querías ser astronauta.
Cuéntame la historia del matemático a quien se le hicieron hongos en los sesos. Corre conmigo diez kilómetros de fractal, enrédate en mi cuertpo, construye con la cal de los años el poema de la ternura, de la bravía, el poema de los que resisten.
Te quiero, dona de chocolate, te quiero chalupa, te quiero flan napolitano.
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