y sin embargo no lo es
que en una veintena de días
no ponga un pie en el diván, ese silloncito raro
para depositar cada jueves las peores
expectativas de la galaxia.
En particular ese lugar en el universo entero
donde edito frente a un total desconocido
este discurso breve
de mi particular existencia
y formas de habitar el mundo
que le acompañan.
Así como las plantas.
Se me ha ocurrido que
para celebrar este primer aniversario de vérmelas
con un psicoanalista cada semana
debo quejarme menos concentrarme más
aceptar lo posible.
Subir al Machu Picchu,
estrenar una columna como hace todo mundo.
Disfrutar.
Ponerle cara a este deseo que parece demasiado mío,
sostenerle con un aviso de me quedo
por tiempo indefinido. O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario