Hay un ojo de fuego
formado entre las nubes
que se elevan sin prisa
entre paradojas y contradicciones.
La miseria de esta ciudad
apenas avanza.
Cada tanto te miro
en súplica de arrancar
la siempre huída
cuyo camino desemboca
en tu cuerpo húmedo,
y el prolongado silencio
donde construiré nuestra casa.
Coloreada a trazo franco
sobre la rama del tiempo.
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