lunes, 14 de noviembre de 2011

Dos silencios

Hay dos tipos de silencio: el primero se usa un tanto para mirar a través del otro, no interrumpir y contemplar más allá de la nariz, sirve para ir de paseo en esos camiones que tanto contaminan mientras suena un huapango y uno deja sentir dentro el efecto de un vaso de pulque a las diez de la mañana, sirve para sonreir y tomar helado de moras, de piña, de chocolate; sirve para encontrarse en la montaña, en insurgentes sur, a la salida del metro o en la entrada de un estado policiaco. Sirve para hacer café temprano, es decir, sirve para sonreir con un poco de calor en las entrañas, también sirve para coger, en todo caso y en ese verbo, los cuerpos son los que suelen decirse de cosas.

Este primer tipo de silencio sirve para crear, trabajar y delimitar el espacio que hay en uno habitando el espacio del universo. Algunas personas que se las dan de muy sabias -marakames, dalai lamas, astronautas, etecé- se empeñan en contagiar al puto mundo con este silencio. Yo creo que no hacer ruido, callar, ejercer silencio soberano cultiva desde bien abajo las complicidades en un acto subversivo y ejemplar. 

El segundo tipo de silencio sirve principalmente para huir, con el argumento que quiera decirse en algún extraño sinónimo de cobardía-ego-dolor, este silencio todo destruye,  siempre jode y es -por demás- irreparable.

Andamos duales, caray. Saludos desde la redacción. 




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