La mañana fue demasiado hermosa como para perder el ánimo. Digo demasiado porque estaba ahí en plena colonia Guerrero con sus nubes pasadas de chidas.
Luego hay que ver los periódicos- redes sociales-, la represión interiorizada (y no tanto) te escupe en frente: acoso a lesbofeministas, emboscadas en ostula, ocho meses sin nuestros compañeros de ayotzinapa.
Esa es la sopa que día a día uno debe tragar, al parecer la única que hay. El filósofo alemán de moda ha sentenciado: no somos más que un cúmulo de sujetos deprimidos y agotados.
Y sí. Prueba de ello es que debo regresar a la oficina con el pretexto de esa entrega muy urgente y su corrección editorial, no será viable desaparecer de ahí antes de las nueve de la noche.
El día empezó temprano, a las 5am, y de tal condición no debería quejarme porque en equipo estamos haciendo un cortometraje documental, algo que si bien no es mi proyecto, sí es una actividad que busqué para mí desde hace meses.
Ayer pude zafarme del trabajo después de la una de la madrugada, eso suma algo así como tres horas de sueño encima. Luego de la grabación llegué a casa con la intención de tomar una siesta, pero cómo podría.
Quizá sea la alienación extrema, pero utilicé un par de horas para leer y releer varios temas del fin del mundo, en lugar de dormir. Esas lecturas tienen la peculiaridad de hacerme sentir miserable e impotente. ¿Cómo incido yo en toda esta masacre? Es algo que me pregunto con frecuencia.
Hace poco leía que la depresión es un acto narcisista puro que impide el reconocimiento del otro que siempre está ahí, es muy cierto. Las depresiones y tristezas, el mal de amores, la autoconmiseración y otros, no dejan poner la cabeza en ningún lugar, menos en una inquietud política.
Por eso es necesario estar bien truchas y con los ánimos altos. ¿Pero cómo si al menor intento de risa ahí está el recordatorio sistémico que nuevamente todo lo pudre? O a lo mejor ya me puse muy punk.
Ciertamente reconozco en mí que tras episodios de eventual tristeza y mucha nostalgia, estoy más ejercitada para regresar al ruedo, no con la sonrisa de los mejores días pero soy-hago-estoy. Y seguramente en este contexto donde el todo (capitalismo) apenas nos deja energías para sobrevivir, ya es bastante.
En fin, dejaré la habladera. Todo afuera se cae. Atravieso una de esas temporadas donde esa frase está inconclusa pero así está bien, eso intento.
Sin embargo la conciencia ya no se anula, así que pude no tomar siesta (un día e desvelo no mata a nadie) pero me di este momento para escribir porque es la manera de solidarizarse con menstruadora, en un espacio como blogger, que a ella le gusta mucho.
Y en otra categoría también veo el asomo de dejar partir lo que ya tiene que partir o ya había partido pero ahí me tuvo de necia.
Es hora de hacerse un café, usar la bufanda y botas favoritas, y regresar a la oficina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario