No solo te enseñan a ser la hembra más apta para el macho, este sistema patriarcal también somete a las mujeres a invertir en su resolución de conflictos personales con la ilusión de "ser especiales" para una pareja al final del trayecto, del otro lado del puente.
Es decir que procesar tu lío de vida se convierte en la falsa promesa de ser premiada por un "mejor amor". Como si la idea de felicidad no pudiera fundamentarse sobre el ejercicio único de la autonomía, como si tanto chingarle una consigo misma se convirtiera en un espectáculo para la sociedad y sus aberraciones.
Me enferma la falta de carácter que muchas mujeres asumimos para trabajarnos en colectividad sin muletas emocionales; pareciera que es doblemente difícil conquistar una intimidad profunda sin la figura de un padre, mejor amigo, colega, novio o esposo.
Pero me enferma el doble encontrarme en tantas escenas de la vida cotidiana competencia entre mujeres, tejidas en un para nada modesto coto de poder vertical, tratando de ser la más linda, la más dispuesta, la siempre incondicional de buen humor, la más hábil en algún puesto de trabajo y un largo etcétera.
Este muro debe caer.
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