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Desde hace un par de semanas
esta tarde de sábado para ser más precisa
un epifanía de ternura recorre la casa,
intento dormir y no puedo
ahí está la vida en la mecedora de la abuela
lanzando su hechizo
las vísceras crujen
el cielo se nubla
la metáfora perfecta para otro poema inútil
sale a relucir
y el cuerpo se crispa
quiero salir sin espantar a las plantas
ensuciar la existencia con el smog de la calle
y toparme con nuevos latidos
confundidos y apesadumbrados como el mío
todavía me acuerdo de hace dos años
el día en que por azar perdí lo que no tuve
hacía este mismo calor gris de mayo
y yo tenía más plantas regadas en lugares ajenos
a los que nunca logré pertenecer y adaptarme
y quizá es por eso que ahora
debo limitarme a recorrer más horas en silencio,
ese estatuto tan distinto de no hablar, callarse
no decir y si es posible tampoco pensar.
Decía que una revelación se asoma
en lenguaje y cuerpo oculto, pero entiendo:
no puedo apartarme
huir
abandonar
la propia tarea de de vivir.
sábado, 13 de mayo de 2017
lunes, 8 de mayo de 2017
Regreso
-Poemas para crecer-
Con la necesidad
de ser
invisible en la ciudad
arrojada a perseverar
nuevas mañanas,
las plantas en espera de agua
el árbol desconocido que habita mi cuadra
los espejos llenos de polvo
frente a mí
mirándome a los ojos,
examinándome
como animal
raro
y decir esta no-soy
la misma arruga en la frente
pero un poco distinta
la misma manía de proponerme
iniciar de cero
porque sea lo único que a veces
salva
pero un poco distinta
porque los amigos vinieron
a regar el breve jardín interior
y en los estantes reposan
otros rayos de luz y silencio
polutas neón y fragmentos míos
a ocho bits, un templo
remoto y vectorizado.
Hay un lugar en todo esto
al que puedo volver
tiene proporciones exactas de ternura
y deseo,
asentado con la franqueza
de quien no puede regresar a la infancia
de quien sostiene en sus manos
la fragilidad de un día nuevo,
ese planeta en espera
de recorrer
ir, avanzar
no detenerse
quizá con la promesa de existir y ya
sin que a nadie le convenga
porque sí, porque es de día
y en los cajones aguardan
calcetines perdidos
trastes viejos
libros tristes
anécdotas para entender
el estado del tiempo
la dimensión de las cosas
apenas descrita
sin inventar.
Vengo de un lugar todavía más distante
y extraño
vengo de las confesiones del cuerpo
donde cruza el lunar con la herida
conjunción entre el caos y la exhalación
llamada a traducirse en ritmo,
del encuentro precipitado
que oscila entre la incertidumbre
y algunas certezas siempre inútiles,
el tiempo en que fui preciosa
esa flor que ignora su figura.
Pero el asunto me parece más serio ahora,
se trata de dibujar un centro, una curva
al lado del río cuyos alrededores
han reverdecido.
Se trata de mí, otra vez
en esta ocasión vacía de silencio
con la palabra
viajando
para ocupar un lugar en el mundo
con la labor por delante
política y transformadora
porque no puedo ahora esperarme
debo seguir
aunque en esta insinuación de vida regrese
al café desabrido y los malos guisos
a la compañía vespertina puntual de mis fantasmas
a la oración por quienes amo
al universo entero
casi a punto de colapsar y revelar sus misterios,
esas simpáticas partículas de las que vengo
hecha,
pero no demasiado
apenas, un poco.
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