lunes, 8 de noviembre de 2010

Las bardas

Ustedes pueden seguir embarrándose la boca con sus consideraciones hediondas acerca del arte, de lo artístico, de su preparación académica artístico plástica, artístico visual, artístico escénica; francamente hace mucho no veo una barda auténticamente secuestrada para plasmar en ella las inquietudes que suele tener la gente a mi edad y fuera del alcance que tienen por aquí y por allá algunas expresiones colectivas formuladas desde la autogestión (es decir, desde la renuncia categórica a los espacios gubernamentales y empresariales) veo mucho bato empeñado exclusivamente en bailar bonito o dibujar bonito, o muy feo pero a propósito.

La cosa no es así, el valor a sendas obras en distintos imaginarios es proporcionado de tajo por esa maraña linguística escondida en los términos socio-histórico, en procesos temporales largos y muy lentos.

Lo demás es extensión publicitaria y política. Y qué mejor poder recordarlo ahora: los medios de producción (de sentido) son del pueblo. ¿El fin? Lograr una comunicación entre seres efectiva y sin tapujos.

Hoy estoy molesta e inconforme con las instituciones que llevan la batuta de cientos y cientos espíritus jóvenes, manchados tan pronto con su petulante formación artistoide. Necesaria es la proclamación e insurgencia de expresiones comunitarias, populares, y ésas no nos las van a entregar en las manitas, sobre ellas es necesario trabajar en equipo. Más chinga y menos ego. La revolución todavía es posible, cabrones.

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