lunes, 11 de abril de 2011

Suposición de la bestia según Max Ernst

(Fragmento de la epístola con folio 1625, escrita desde la Ciudad de México en abril de 2011)

Correspondiente destinataria:

He notado que su deseo vive alienado por la mano invisible que regula la oferta y la demanda, veo que usted no se da por bien servida si no es el ombligo del mundo, específicamente de su mundo y del compañero que usted quiere desde hace tiempo aunque finja tenores indistintos para su querer, así como menospreciándolo, así como disfrazándolo todo el tiempo porque en el fondo usted -señorita mía- nunca tendrá valor para ser y estar desnuda de pasados y temores.

La leo, señorita, y he encontrado el más vomitivo de los textos anotados en sus manos egoístas y en los ojos iracundos con los que mira la compañía que no es su compañía, la historia que no es su historia. Y no es que quiera yo desacreditarla así como así, de ninguna manera me malinterprete, sólo que usted y yo vivimos con el entendido de que ha elegido inscribirse para siempre en la vida de aquél, mientras yo -francamente- voy de paso.

Porque conmigo funciona así, querida, porque mis propias estructuras son reacias para ceder a la domesticación y otras falsas promesas de amor eterno. Usted en cambio se quedará si toma las decisiones correctas aunque ello implique pasar su juventud sola, a la sombra de una felicidad que cuestiona y para la cual no se siente programada.

Ya he elegido yo mis propios compañeros de un para-siempre, ya podría contarle de mis hermanos y amigos y fraternales camaradas; con ellos iré a donde vayan, su tierra es mi tierra en tantos ires y venires, mas aclaro que ninguno de ellos me pertenece. Han elegido para sí lindas esposas, nóbiles mujeres o extravagancias como la clandestinidad u homosexulaidad, según el caso.

Entonces no tema, más bien aguarde a que me vaya o declare sus verdades a cabalidad y cuide a quienes le rodeamos. Mírese en este espejo y vuelva a preguntarse qué quiere para sí. Es osado de mi parte venirle con todo esto, lo entiendo, sin embargo he pensado que la emancipación real de un ser humano se germina en una semilla demasiado profunda para comprenderla. Se formula en el permitir que el otro sea y yo a usted la noto con intenciones de sabotear lo que viene pisando nuestros talones.

Puedo fingir que no me doy cuenta pero usted sabe de mí y goza la negativa y contraria. Lo sabe bien, pero allá mañana puede que usted no halle otro camino más que un deseo truncado y eso será triste, piense en su vejez. Y haga según disponga pero a mí no me haga daño.

Con gratitud por hacerme notar ésta y otras cosas, reciba un saludo libertario.

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