Constato que soy más antisocial que nunca en la vida y aburrida.
Estoy a tres días de cerrar un festival más, uno que para mí fue muy importante. Que se construyó con la voluntad del trabajo colectivo y que ha tenido altibajos históricos.
Hay cierta doble moral en todo esto porque lo disfrutable no es disfrutable. Más allá de nuestras narices siguen faltando nuestros 43 de Ayotzi. Y cuarenta y tres significa miles y miles, una montaña fosa común gigantesca de la que se asoma un rabito apenas, la punta del iceberg.
Resumidas cuentas estoy agradecida, el año pasado todo era más caótico y problemático y azotado. Ahora hay calma interna, tengo esa impresión.
Pero también siento mucha nostalgia porque al finalizar la función de cine pues la realidad ahí está, impenetrable, desorbitante, triste al fin con todo esto que pasa y que tanto nos arrebata: amores, recuerdos, posibilidades de maestros, posibilidades de sueños
posibilidades de familia
posibilidades de que esto levante
posibilidades de aparecer por ahí
con vida
infinita
..
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