Deseo, dónde estás, quiero salir a buscarte. No eres ya los hombres que amo, el trabajo al que acudo, no eres los muros de mi casa. No eres mi letanía de tristezas y mentiras, ni la inercia a la que cada día despierto para seguir dirigiendo una orquesta de imprudencias. A veces pienso que eres como esa muñeca que olvidé en el parque del pueblo hace mucho tiempo y que al regresar había desaparecido. Entonces sabrás que desde entonces lloro inconsolable. O que eres ese instante en el que me supe bailando a solas en el teatro de la escuela, aquel otro en el que caminaba con frío la montaña para piscar frijol. Debo acudirte pronto e imagino que así la vida recuperará un poco su tesón y su alegría.
martes, 19 de julio de 2016
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