Ahí están los cuerpos cobijados en la tibieza de la tierra, observan satisfechos la hojarasca que emana del rincón en que se nombran palabras tiernas, candor de pubis. Reverdece su camino y perpetúan el tacto rugoso de sus piernas extendidas. Avanzan omnipresentes, germinan el espacio que han hecho suyo, saben cómo arriesgarse. Trepan el presente porque es lo único que tienen, aferrados a conjugar sus temblores y dispuestos a morir podrían quedarse tirados, frescos, con sus sombras.
Se aprisionan, hidratados por su propio vapor arrojado al vacío, me parece que aguardan un momento para sanarse y retorcer la espina con la furia de los animales o de las sirenas. Son criaturas desprovistas de consuelo, ceñidas a su iracundia, han de contarse secretos entre ligeros titubeos y otras magias de espasmos.
Reposan el tiempo.
Los cuerpos de los amantes se hacen sabios.Reposan el tiempo.
Y los cuerpos sabios aman.
ResponderEliminarEs la sabiduría particular:
ResponderEliminarSecreto mutuo que se activa en la vorágine de la unión.