lunes, 13 de junio de 2011

Doomsday, el cierre de la brecha

De la ciencia ficción mis premisas favoritas son:

1. Las copias cuánticas

2. He descubierto que soy una máquina

3. Quiero ser un ser humano

4. Brechas espaciales (ligada a la premisa 1)

En algún lado escuché que si recordabas un sueño y lo traías a la vigilia durante el día, era muy probable que a la noche siguiente el siguiente sueño fuera fácil de recordar. El acceso a lo simbólico, en términos de linguística estructural, deja ver entretanto que «El inconsciente está estructurado 'como' un lenguaje» y tal estructura mantiene la fuerza pulsional en su lugar.

Con esto quiero decir, si no pasé de noche algunos seminarios de teoría de la subjetividad, que los sueños regulan nuestra mente con significantes cuyo significado sólo una parte de la conciencia puede entender. Cuando la pulsión (vida-muerte) demanda mayor número de significantes generalmente éstas permanecen en el campo de la inconsciencia; algunas huellas mnémicas pueden dar pista de lo que pasa adentro en forma de pesadilla pero en general el acceso al deseo como fuerza vital es restringido. En más términos teóricos, Lacan sostiene que si la pulsión se arrojara a los confines de la conciencia, tal fenómeno implicaría la eliminación rotunda del sujeto (falta de sujeción a la realidad) y muy probablemente esa persona estaría en coma.

Estos días he tenido sueños de veras raros, no precisamente pesadillas, pero creo que el acceso al orden simbólico se ha vuelto complejo. En cualquier caso uno no puede auto-interpretar sus sueños y esa vaina poco me interesa. La realidad, sin embargo...

Sueño que llueve y que miro la lluvia caer, sueño con personas a las que yo conocía y a quienes encuentro convertidos en literales vagabundos pidiéndome ayuda, sueño con pelucas azul eléctrico, con llamadas telefónicas inconclusas y otras que no son contestadas, sueño con puentes estrechos, con lugares muy grises, con el oriente de la ciudad, sueño con brujos, con escaleras verticales y sábanas blancas, con trampolines, con asambleas constituyentes, con cables amarillos que debo conectar, con asaltos.

Anoche me quedé pensando en el final de The Doctor Who, el último de los Time Lords, en cómo se separa de Rose Tyler (Bad Wolf); en pantalla se supone que Rose queda atrapada en un universo paralelo que me simula mucho la existencia de un universo real, uno imaginario y uno simbólico. No había hecho esa lectura y he mirado el capítulo una decena de veces.

Al final de los días -y de la temporada de la serie de tevé inglesa- quedaba una brecha diminuta entre ambos universos, el de Rose y el del Time Lord, una muy pequeña. The Doctor con sus dotes ingenieriles de viajero del tiempo físico cuántico, usa la fuerza de una supernova para reflejar su logo en la Bahía del Lobo Malo y despedirse de su compañera espacial. Así de #guacalasquecursi.

Mientras tanto me sigue inquietando esta sequía de junio y los sueños y demás sueños sobre un llamado que no estoy atendiendo. Salucita.

2 comentarios:

  1. que ondi

    luego encuentro reflejos de este post en tuits de una tuitstar

    tal vez esté revolviendo las cosas, pero que vivan los pseudónimos

    saludos y esas cosas

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  2. quiubo


    ñakañaka y así

    ¡viva la revuelta!

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