lunes, 27 de junio de 2011

Pinche salsa chingona


Fue por allá de 1960 que algunos ritmos cubanos vinieron a fusionarse con el jazz y otras expresiones dancísticas de origen haitiano (la contradanza) y africano (bailes de los esclavos en ritos paganos y religiosos) para dar origen a lo que hoy en día se denomina salsa. La hay para bailar en tiempo de uno y tiempo de dos, también la hay en estilo cubano (distribución circular que gira a la derecha, de ahí que tome el nombre de "rueda casino") y la hay en línea (distribución lineal que gira a la izquierda).

Como en todo pasa las matemáticas se hacen indispensables para el aprendizaje de esta disciplina, las bases van sobre la cuenta un-dos-tres/cinco-seis-siete, en realidad se trata de una base dividida en octavos y con un poco de paciencia completar cada "ocho" permite el desarrollo de acrobacias y cosas más divertidas.

Últimamente me he lanzado a algunas clases en Distrito Federal (Salón de baile La Maraka, Eugenia esquina con Mitla) y de veras la he pasado bien. Las clases corren a cargo de Los Hermanos del Solar, hay distintos niveles, desde el más tronco hasta el más eleborado, los compañeros de baile son lo mismo mocosos de diez años o dones de sesenta. El ambiente es de puro barrio, dignidad, ganas de aprender y mucho respeto. Además es buena opción para hacer danza de medio impacto si los tobillos están resentidos con la vida, aunque me sigo quedando con el afro en tanto las posibiliadades de conexión que éste último ofrece.

La migración de Puerto Rico, Dominicana, Cuba, México y Colombia a rumbos como Miami o Nueva York es un tema recurrente en la práctica de la salsa. Eso merece bailarse, por los que llegaron y fueron libres o por los que resisten porque no lo son o por los que ahí van, ahí van...

Ya entrados en compases, miren las maravillas que se pueden hacer. Hasta la próxima.


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