Pues ya es un hecho. Se siente muy feo cuando tu celular llama y la voz de una quién sabe quién dice llamar para darte una cita en el consultorio tal ubicado en tal a la hora tal. Para mi buena fortuna la noticia cayó en el metro -con mala recepción telefónica- y en compañía de un buen amigo que casi me ahorca cuando le confesé que decidí tomar ayuda psicológica.
Desde hace una semana que esperaba la cita pude sortearla más fácil, de alguna manera fue como si la mitad del trabajo (y de su peso) estuviera hecho. En el inter algunas cosas han sido más ligeras, me he esforzado para que así sea.
Hay una parte indivisible muy adentro que sólo está llena de vacío e insatisfacción, vaya no es este post mi primera nota al analista pero casi. De lo que más dan ganas es de tirarse por ahí en algún lado a llorar hasta que no quede nada, absolutamente nada.
Desde hace una semana que esperaba la cita pude sortearla más fácil, de alguna manera fue como si la mitad del trabajo (y de su peso) estuviera hecho. En el inter algunas cosas han sido más ligeras, me he esforzado para que así sea.
Hay una parte indivisible muy adentro que sólo está llena de vacío e insatisfacción, vaya no es este post mi primera nota al analista pero casi. De lo que más dan ganas es de tirarse por ahí en algún lado a llorar hasta que no quede nada, absolutamente nada.
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