No hay pistas, la lepra de estos días tan fársicos va de a poco -aunque nunca de manera casual- convirtiédonos en simios, de toda talla. Ya se habían registrado casos de aquellos pueblos que olvidan atender ese primordial mecanismo de defensa llamado pavorosamente memoria histórica. No, aquí no es la carne sino la esperanza que cae pútrida y a pedazos. El hedor de la libertad desnuda asoma un obseso preguntar sobre lo que no tiene respuesta.
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En mi casa fue memorable el día cuando mi mamá llegó a decirnos "la lepra ya se cura". Lo había leído en una revista médica que le prestó un doctor que trabaja con ella. Moraleja, la esperanza no muere, la dejamos morir. Besos, no se me agüite, vamos a conquistar el mundo.
ResponderEliminarGracias por leer nuevamente, claro que tiene cura la lepra, supongo que la memoria histórica también. No le veo pa cuándo... Mientras tanto otra esperanza nomás nos pide tantita congruencia. Salud.
ResponderEliminarA pesar de todos los peros, no podemos dejar que la desolación nos arrastre...no sin antes haber luchado.
ResponderEliminarSaludos.