Y es que repetidas veces he escrito en esta bitácora que tal descubrimiento queda expuesto como tal cuando no se dispone de otra cosa sino vacío. Por lo tanto, puede ser más pertinente re-descubrir(se) en afán de figuras, sólo eso. La condición geométrica del ser humano tiene la posibilidad de renunciar a sí mismo y trascender como una suma de posiciones físicas, (representaciones y momentos simbólicos en el espacio con variaciones temporales tremendamente proporcionadas).
Me explico. ¿El ser humano es materia orgánica y nada más? ¿Cabe la posibilidad de renunciar a este privilegio? Desde el punto de vista estructural, es posible. Una figura –el cuerpo- es la acumulación de estadios y repeticiones dancísticas (dionisiacas) y de esta manera puede captarse libre: sin niñez, sin vejez, sin reproducción sexual, sin muerte.
Por lo menos así lo ha concebido la danza Butoh, la poesía mordaz del cuerpo, el movimiento absurdo donde no pasa nada pero pasa todo.
Más allá de comprender esta expresión artística desde la linealidad y el momento histórico en el cual surge, vale la pena aprenderla como un camino digno de transitarse desde el cuerpo antes de la realidad, es decir, desde la célula-primordial convertida en feto que habita el útero.
La vida debajo del agua, sumergida, apostaron sus creadores, en la permanencia, ajuste y cambio que demanda el universo con la contención exacta de energía para lograrlo.
Parece lento sí, sin embargo a esa figura unitaria se suman fracciones constantes para lograr un crecimiento exponencial… proporción áurea ¡ni más, ni menos!
Bajo esta premisa fue creada en México 0.618, una compañía de danza butoh, dirigida por Jaime Razzo desde 2004. Sus trabajos se han inclinado a vislumbrar la que fuera premisa del maestro Kazuo Ohno: "si quieren comprenderse los cuerpos, estos deben aprender a caminar bajo el mar, en el lecho marino. Convertirse en polvo de polilla porque todas las huellas del universo se encuentran en las alas de una polilla."
Las colaboraciones de 0.618 con el mundo de la danza llaman la atención principalmente por estar orientadas a eventos nacionales genuinos tales como la realidad Muxe, de Juchitán Oaxaca, presentada en montajes como Huesos Rotos (2007).
El planteamiento continuo es: hay otros mundos -para muxes un botón- hay otras posibilidades, la conexión más profunda del cuerpo con la Tierra habita en el centro, célula cigota, a la altura del pubis –decían mis maestros- para siempre, en espiral, conectada al infinito.
Me explico. ¿El ser humano es materia orgánica y nada más? ¿Cabe la posibilidad de renunciar a este privilegio? Desde el punto de vista estructural, es posible. Una figura –el cuerpo- es la acumulación de estadios y repeticiones dancísticas (dionisiacas) y de esta manera puede captarse libre: sin niñez, sin vejez, sin reproducción sexual, sin muerte.
Por lo menos así lo ha concebido la danza Butoh, la poesía mordaz del cuerpo, el movimiento absurdo donde no pasa nada pero pasa todo.
Más allá de comprender esta expresión artística desde la linealidad y el momento histórico en el cual surge, vale la pena aprenderla como un camino digno de transitarse desde el cuerpo antes de la realidad, es decir, desde la célula-primordial convertida en feto que habita el útero.
La vida debajo del agua, sumergida, apostaron sus creadores, en la permanencia, ajuste y cambio que demanda el universo con la contención exacta de energía para lograrlo.
Parece lento sí, sin embargo a esa figura unitaria se suman fracciones constantes para lograr un crecimiento exponencial… proporción áurea ¡ni más, ni menos!
Bajo esta premisa fue creada en México 0.618, una compañía de danza butoh, dirigida por Jaime Razzo desde 2004. Sus trabajos se han inclinado a vislumbrar la que fuera premisa del maestro Kazuo Ohno: "si quieren comprenderse los cuerpos, estos deben aprender a caminar bajo el mar, en el lecho marino. Convertirse en polvo de polilla porque todas las huellas del universo se encuentran en las alas de una polilla."
Las colaboraciones de 0.618 con el mundo de la danza llaman la atención principalmente por estar orientadas a eventos nacionales genuinos tales como la realidad Muxe, de Juchitán Oaxaca, presentada en montajes como Huesos Rotos (2007).
El planteamiento continuo es: hay otros mundos -para muxes un botón- hay otras posibilidades, la conexión más profunda del cuerpo con la Tierra habita en el centro, célula cigota, a la altura del pubis –decían mis maestros- para siempre, en espiral, conectada al infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario