miércoles, 19 de enero de 2011

Desconexiones

Estaba por salir de la oficina para encontrarme en el Centro con Sacbe y quizá más tarde con Luis. Pero mi puta manía por leer todo lo que me cae en manos, trajo a mí un blog por el que ahora voy retrasada.

Ellos, los amigos, esperan todo, esperan incluso mis desfachatados deslindes de todas horas, mis cancelaciones y pretextos, mi autocompasión disfrazada de nuevos bríos y sobrexplotaciones a las horas que paso trabajando.

Aquí está la cita de la casualidad:

"Mis armas descasan bajo mi cama, y si no las he vuelto a usar, es porque de nada servirán mientras sea yo el único que sabe que hay que respirar profundo y jalar el gatillo mientras suelto el aire. Si no organizamos también talleres de tiro, de emboscada, igual que de ballet y teatro, seré un simple temerario. Y nada más."

No sé, leo el post, en particular el párrafo y la rabia me innunda, porque sé que no tengo dónde anotar que me duele la ruptura con muchas cosas idealizadas que hasta hace un mes creía de ojos cerrados como mis amigos en mí. Me duele mucho ver el nombre de alguien querido desmoronado en pretéritos que siguen vacíos, quizá esperando que yo los remedie.

Quisiera entender cómo ha sido posible que un acuerdo colectivo se haya roto por la unilateralidad. Tenía la fuerza suficiente para afirmar que los contra-tiempos se trabajan en equipo y nada, creo que debo moverme con esas suposiciones a otra parte. Los colectivos de dos son los más difíciles de gestionar. Por lo que sea.

Esta rabia mañana será otra cosa. Mientras salgo a la calle, de ojos llorosos, esperando que un golpe de suerte me libre tres minutos de encontrarme en cada esquina con nuestro recuerdo mancillado.

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