El documental es un término torpe, pero dejémosle que se desarrolle.
El viernes pasado salió a salas la cinta
Presunto culpable, documental mexicano realizado por los abogados Roberto Hernández y Layda Negrete que denuncia en detalle el proceso penal de José Antonio Zúñiga, un vendedor ambulante y compositor hiphopero a ratos libres.
Aunque la película terminó de producirse en 2009 y ya recorrió distintos festivales cinematográficos, apenas entró en contacto con el grueso de los medios y población. Ya venía yo insistiendo desde hace meses en el valor incalculable de este ejercicio audiovisual, pero no me detuve a escribir de ella hasta ahora, sorprendida por la cantidad de matices que se han puesto en la mesa para su análisis y crítica.
Bien, me sumo pues al despliegue mediático tomando como punto de partida las anotaciones de los colegas reporteros y editores de la fuente; hasta el día de ayer a la media noche, circulaban por internet distintos esbozos de análisis sobre la cinta, todos me parecieron mediocrísimos.
Hubo quien tomó como punto de partida la costosa campaña de publicidad que hace retaguardia al filme, quien desacreditó el ejercicio frente a la cantidad de documentales mexicanos manufacturados en el país los últimos diez años, pues la calidad de
Presunto culpable “no compite ni remotamente” con tal o cual cinta; y hubo también quien alcanzó a decir “¿y qué, ahora que ya vimos
Presunto culpable tenemos que envolvernos en la bandera y tirarnos del risco?”
¿Qué les pasa a los reporteros y pseudocríticos cinematográficos? Si bien es cierto que en México desde hace un buen rato no se leen plumas comprometidas con el cine nacional, para esta ocasión me parece que en verdad no se han medido.
¿Qué se dice de un film? ¿Qué fue susceptible de observar su realizador? ¿Qué hace el espectador frente al producto? ¿Qué modo de vida promueve la película? ¿Cómo construye la verdad el director y con qué postura ética y política? ¿Qué posición moral plantea el realizador? ¿Cuál es el valor de la película como producto económico y como producto social? Todas estas son preguntas que aún no son contestadas del todo frente a
Presunto Culpable.
Asumo que la falta de profesionalización de la crítica no les da pa más y francamente es una pena porque de ser tal la propuesta,
Presunto culpable podría dar la pauta para un cambio de paradigma en la cinematografía nacional. Es triste que a la película antecedieran comentarios que la han criticado por no cumplir con la vocación técnica que el-gran-cine debe tener.
No sé, anoche que me senté a ver el documental lloré mucho, me dolí en la realidad de los compas cerezos, enjaulados con todos esos talentos, perseguidos por no ajustarse al sistema de pensamiento hegemónico, amontonados en una pocilga, puestos ahí -la mayoría- con delitos que les fueron sembrados para no ser una amenaza afuera; banda que sueña igual con tener un hijo o con prometerse amor en un bodorrio comunitario. También lloré de verle la cara a los ineptos que le llevaban el caso, sentí asco por el aparato de justicia mexicano. Todo el tiempo pensé en esos cerdos, ellos deberían estar entambados, sus crímenes son más grandes. Poner este tipo de apreciaciones en el post no me coloca por encima o debajo de quienes han escrito más sobre ella. En todo caso, supongo que el espectador mexicano común puede percatarse sobre los detalles que comento y mil más.
¿Qué pasa? Pues que las negociaciones de esta película con el público tienen una intención política clara, el discurso es provocador y cataliza muchos pendientes más, no sólo con el dinosaurio judicial mexicano, también reitera la necesidad de un cine hablado en nuestra lengua, en la lengua del barrio, de Iztapalapa y Culhuacán. Supongo que eso es duro para el reportero de cine común, tan acostumbrado a menospreciar las expresiones de este corte frente al vanal cine hollywoodense o el intelectualizado ciné alemán. ¿Chouvinismo? No lo creo.
El Festival Internacional de Cine de Berlín, hace un par de días declaró ganadora una cinta iraní, sobre ella leí algunos comentarios que celebraban a Isabella Rosellini (cabeza del jurado berlinés) el haber premiado una película hecha bajo tal efervescencia política. Es decir, ese complejo de valores que comprenden el plano axiológico de cada nación, siempre ha sido prioriodad para la cinematografía. Quizá por ello
Presunto culpable sea excelente ejemplo de hacia dónde debemos hacer caminar nuestro cine.
Las oportunidades de exhibición que goza la cinta son cortesía de Alejandro Ramírez y el grupo Cinépolis, este dato de ninguna manera debe parecer azaroso o "socialmente responsable", al contrario, debe invitar a la precavida vigilancia por parte de la comunidad cinematográfica y público en general porque no faltará abuso en la explotación de un producto audiovisual que puede permancer semanas enteras en salas generando ganancia exclusiva para la cadena exhibidora. En ese sentido sería formidable que Cinépolis exhibiera el documental de manera gratuita, eso sería compromiso verdadero y desinteresado. Ahora que resultó milagroso todos le van a rezar al santo, dicen por ahí...
Las exhibidoras, distribuidoras y ahora parece también los medios, no se cansan de mostrar un profundo desprecio por los creadores, en todo caso ni Negrete ni Hernández son cineastas como tales, su labor es la abogacía y en su ejercicio formularon un mecanismo de denuncia en materia de derechos humanos. Eso me parece una chingonería.
Igualmente celebro haber leido en la lista de créditos finales a personas de la comunidad fílmica que colaboraron para que las cosas salieran mejor. Confío en que compañeros realizadores y productores (algunos, muy poquitos) comienzan a dimensionar la importacia de las cámaras cinematográficas estos días que a todos nos traen molidos.
La animación final de Presunto Culpable contiene distintos mensajes muy sencillos como "exige que tu juicio sea videograbado" "exige que el juez esté presente en tu proceso penal" Ya mientras iban apareciendo estos banners yo había enloquecido, un viento de nueva rabia me recorría las pupilas. Hay tanto que trabajar, pensaba.
Presunto culpable DEBE verse en las cárceles, para eso ya existen programas que van de paso por penitenciarias... quién sabe, quizá en poco tiempo.
La otra cosa más que genial son las letras del Toño, aquí las puedes escuchar
http://presuntoculpable.org/descargas.aspx está muy buena su rima, a mí me prendió bastante. Lo que sea, lo que sea para demostrar que en México no basta ser inocente para ser libre. Ahí les dejo.