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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Háblales de la guerrilla

Tuve marcada en la frente una frase que escribí 
"Lo necesario por encima de lo ideal..." y pensé "¡Me niego!" 
y busqué el ideal. Existe, en algún lado, en verdad existe.
Así que mis decisiones han sido fáciles, o no tanto, pero conscientes. 
Eso, es Revolución, contrarevolucionario sería someterse a un destino de "vía de mientras".
E.M.
:P


lunes, 19 de septiembre de 2011

...

Partamos la certeza en mil pedazos, en mil bienvenidas que repartir entre ciegos. No hay nada. Un vacío de septiembre, algún mensaje colgado en mis caminatas de mercado, el olor a carne cruda, las mejillas frías. Siempre me recuerdo mucho tus manos heladas, brillosas, tus uñas descuidadas. No sé por qué, pero guardé cada náusea de no despertarte, cada temblor de manos sobradas en la imposibilidad de formularte nuevas y bien distintas ecuaciones que inscribir en tu espalda. Me pareces una habitación a oscuras que voy tentando sin pista tuya. Tampoco sé por qué la gente viene a contarme cosas de tus ojos. ¿Hace cuánto no me sabes? Sumé. Los días son largos, no llevan la cuenta de estas faltas y mis propios bienintencionados intentos. Hice inventario de todas estas horas que llevo persiguiéndote a lo muy miserable. Las caminatas se me están haciendo angostas, temo mucho que encuentres mi cara de espanto. Tú, mi quién sabe cuándo. No sabía que conservaba este talento para vaciarme en convulsas líneas como trazando direcciones de red de transporte colectivo metro que no llevan a ninguna parte. Traje para ti una palabra desnuda, una nada más -quizá- la primera.

domingo, 13 de marzo de 2011

Ojos y memoria

siempre estás
ahí estás
mirando
lo recuerdo
ahí estás
escuchando
lo recuerdo

cansada
ahí estás
aguantando
lo recuerdo
ahí estás
amando
lo recuerdo

ahí estás

jueves, 3 de marzo de 2011

Se vos

No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor piénsate bravo,
y acomete feroz ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como dios que nunca llora;
o como lucifer que nunca reza;
o como el robledal cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo tu cabeza.
ALMAFUERTE

miércoles, 23 de febrero de 2011

Arruyo en la sierra

Cada mañana
tu rostro aparece en mi sueño
dos ojos felinos cautivan mi paso
camino al despertar
entre bosques y puertas
me pregunto qué vereda tomar
el sendero que lleva a tus brazos
un arroyo que lleve a tus labios
si no he de regresar -mujer-
mi camino es olvidar...
los senderos se hacen oscuros de noche
pero llenos de luz los días
quien inspira es quien me acompaña
en las caminatas no necesito ver tus ojos
no necesito acariciar tu rostro
tengo la montaña que me abraza
los pájaros que me llaman
cuánto verde se mueve
amarillo que vuela
el rojo, un recuerdo que florece
CANCIONERO

jueves, 11 de noviembre de 2010

Volverla vapor

Entre canción y canción esa mujer cuenta muy buenas historias.
EDUARDO GALEANO


La lluvia parte del hecho de sabernos
nada.

La lluvia en el sol fueron tus palabras
muchachita callada
muchachita de los pequeños gestos
¿usted es la que baila?
dibujante del aire entonces
diga algo, ¿son sus ventanas?

El corazón, igual
esa condición no cambiará para mí
como cuando crujen las miradas
y yo nunca tengo idea
sólo sonrisas desde el inframundo
e insondables y eternas
letras que nos acompañan.

Eso, lo mismo digo
onomatopeyas en otro acento
para desearte feliz tarde,
ya coincidiremos
¡por lo pronto gracias!

Debe ser que ando ocupado acá
en el Mundo Real®
a veces hago como que no
pero siempre estoy acechando
aunque no se den cuenta.

Eso me hace pensar cómo sería
si fuera película de Miyazaki.

Después vienen los saludos
desde las montañas mexicanas
con espíritu más claro.

Después vienen las saudades
aunque por ahora tienes razón
y duele el alma.

Aún así los abrazos acentuados
acortan las fronteras
los lunes diferentes de los demás lunes
porque te saludo yo.

martes, 5 de octubre de 2010

Gólem

Querido monstruo:

Te escribo porque ya no quiero saberte en tu terrible traje de shadowman debajo de mi cama. En más o menos veinte veranos te he dado alojamiento con plena posibilidad de elección sobre tus formas y nombres, pero no has querido tomarme la palabra. Haces lo que quieres y ahora estoy con otros asuntos en los cuales me he enfocado desde el día que dejaste claramente dicho que no me dejarías ni a sol ni a sombra. Francamente ya no nos damos abasto.

No lo tomes a mal, es sólo esta manía por desconfiar de cualquier gobierno en el universo, si te corro ahora de mí no es para instaurar la tiranía que les ha tocado a otros monstruos como tú. No pretendo que vayas por quién sabe qué rumbos, errante, escondido entre las sombras y los mitos que ya casi nadie cuenta. Yo te quiero aquí en mi casa, monstruo, aunque ello implique que guardemos algunos acuerdos a los que tal vez no estés acostumbrado. Por ejemplo, ya no podrás sentirte extranjero ni extraño en este espacio, no me ha alcanzado para improvisarte fronteras, ni límites, ni banderines -pero algo es algo- es decir, perdóname porque no puedo proveerte de una identidad a la vieja usanza, con nacionalismos o condiciones.

De ahora en adelante te acostumbrarás a desayunar conmigo una taza de café y a fuerza de tragarlo comprenderás en su amargura que las noticias de los diarios a la mañana siguiente no pueden ser tan terribles. Sin intimidarte, deberás estar preparado para despertar y asearte al mismo tiempo, no tendrás suficiente oportunidad de catalogar tus frustraciones en orden alfabético cada mañana y surtirlas en los rincones donde el polvo aún guarda memoria, ya verás que el vapor del baño deslava en su calor las pesadillas y hasta creería que no extrañarás esas sanguijuelas incrustadas devoradoras de tus más sublimes anhelos formulados cada vez que el anterior no ha podido cumplirse. Monstruo, te enseñaré a no pensar.

Te pediré cuidado con el pelo, no vayas a regarlo por toda la casa o tendré alergia, camina erguido, no ronques, no te escarbes la nariz, sonríe a las visitas, no te salgas del contorno con las acuarelas, repite el paso que tanto hemos ensayado, usa los cubiertos en la mesa, no hagas ruido si no hay ruido, compórtate descomunal sólo en comparsa de multitud, déjate retratar de tanto en tanto, deja limpio el excusado, no preguntes sobre aquello que la gente no ha de contarte, finge preguntas geniales, agrada –monstruo, ésta es la parte más dura de todas- ¡agrada!

Cuando seamos grandes tal vez dictemos conferencia y nos presentemos como un caso de éxito en secundarias de pubertos granosos, también es posible que algunos políticos y sacerdotes pidan nuestra opinión antes de declararse homosexuales o lanzarse de rockstars. Nos buscarán las señoras adineradas, tenlo por seguro, y ahí estaremos en las revistas de sociales, monstruo, criticando el adulterio, el impacto ambiental, el sistema entero.

¡Qué se yo! Para ser grandes falta mucho y con que ahora atiendas esta carta ya es bastante. No te preocupes.

Por último, no olvides que todo esto lo hago porque te quiero, monstruo. Nadie a estas alturas quiere ser sólo una aparición bizarra de cada cien años, la cosa ahora es ser feliz y estar en todos lados. Tuviste mucho tiempo para ser mi criatura tenebrosa y vaya que me has decepcionado, ahora conviviremos usando un nombre y apellido, con la vicisitud de hacernos viejos, testigos uno del otro, encerrados en la misma persona.


martes, 29 de junio de 2010

No están solos

a la sombra
las hormigas trabajan sin descanso

siempre espero
que el hombre por ser humano sepa

estamos llamados a más, siempre a más
y si hemos de sostener en su imperfección la tierra
con manos dignas
habrá de trabajarse
el hormiguero

sólo imagina, y acertarás

guardamos todavía promesas
libertad y democracia, sin límite
de espiritu, si esta muerte
voraz con cuerpos y mentes, se traga la vida

pasado el tiempo y la espera de estos días
vendrá la respuesta que se germina
desde las palabras

la realidad se encuentra en ese punto insostenible
y aún hay quienes nos damos el lujo de soñar

por eso escucho y leo, buscando sueños
espero escuchar y leer, hacer
te comparto y sueño: hacer posible lo imposible

jueves, 11 de marzo de 2010

Destinatarios

Horacio:

Anoche pensaba en el silencio, en mi forma de interpretarlo siempre mal. Me parece haber escuchado a mi sombra gruñir con esa frase insensata en la que anunciaste sin premeditación: te estoy halagando.

No señor, de ninguna manera, al menos la madrugada de ayer no fue así. En mi francés de ronchas lancé un último disparate: au-revoir-mon-ami. Cerré la computadora. Adéu.

Poco después al teléfono escuché: es sobre Raúl, ya no se pudo hacer nada.

La noticia por encima de las probabilidades no me calló -al contrario, abrió el ruido- dejó entrar al diablo. Muchos sonidos, todo el sonido, intentos de sonido, fracasos de sonido, aquí. Depositados en el gozo de penetrarme me tienen rodeada, no sé a dónde vamos; ellos conducen a toda velocidad y me llevan de copiloto para que no pierda detalle y lo recuerde todo bien. ¿Y el halago?

La tiranía del ruido hierve en las venas y con toda conciencia de su ingratitud me ha aclarado que el punto de ebullición no llegará por ahora, no habrá sacudida ni desahogo, sólo un grito esclavo que no saldrá porque no hay boca.

Me mareo. Alcanzo a preguntarme dónde está mi boca. La tiene Arturo, recuerdo. Debí pedírsela aunque no supe dónde ni cómo hallarle, él en su ciudad, yo en la mía; más el tremendo lío que sería pedirle mi boca y seguramente tener que devolver la suya. No quiero darle su boca, me tiene amándole por las comisuras. Se complica por partida doble: esta boca no grita.

Regreso a la muerte de mi amigo varado en Chile, una voz sin procedencia transforma todo acto, y en algo tuviste razón, quisiera vaciarme. Llorar no esgrime el ruido ni el egoísmo. Tenía que escurrirme de alguna forma, te escribo.

Y te lo he contado así no sé por qué.

Leí tu carta otra noche y antes, cuando el silencio, tenía muchas ganas de contarte cómo regreso a casa en las noches. Algunas veces voy pensando en mis asuntos, otras voy queriendo lo que quiero. Y siempre me pasa en el cruce del metro Tacubaya igual que a ti. Hacen fila las palabras, entre ellas se recorren, cobran sentido y riñen para esculpirse. Las anoto en los labios y me cercioro de cargarlas en la bolsa aunque más tarde con las manos en el teclado, vuelvan a desperdigarse y a hacer su polvareda, que no entiendo.

Nuestra epístola estaba escrita hasta aquí, he abierto mi archivo para terminarla. Ya es jueves. Los sonidos gestan su revolución adentro, en el pecho. ¡Caray! Vendrá la rebelión y yo bailando en las cloacas, en el intercambio de las bocas y otras fortunas, coreografiada en espirales. Me hago paso entre la zozobra y la muerte. Raúl y yo seguimos en silencio, pero insisto, no me halaga. Hace un par de semanas tomé una foto en el andén porque quería escribir algo sobre ella, creí que las palabras habían cedido a mis caprichos, vaya broma.

Con gratitud, María Elena.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Tejedor de palabras

Hoy me has hecho recordar todo lo que tengo. La sonrisa se esboza apenas porque no se trata de la victoria que yo habría pensado, en todo caso hago un gesto de complicidad.
Ahí estabas. Intentando establecer orden en medio de lexemas y gramemas, usos semánticos y perfectos desconocidos de ti, de quién eres tú. Porque ahora que te he visto sé que no he visto nada pero la voz te ha leído e insinuando: requiero tiempo, de ése que corre como en espiral.
Aunque quise no pude sorprenderme, en todo caso me parece la afirmación más lógica y justa escrita de tu puño, tan bárbaro.Ese solo momento ha hecho colapsar al universo. No tienes idea. De un tiempo acá está la urgencia de ser caracoles, infinitos. Pero ahí estás tú, Torres Landa, y me has contagiado el sueño como nunca lograrán los mítines políticos, ni las hipocresías de causa –a estas fechas tan recurrentes-, ni los hombres que se han desilusionado y ya no me acompañan.
En cambio sé de ti que no te he fallado. Las oraciones antes del prólogo me lo confirman. Me admiras. Me quieres. Mucho.
Vuelvo un momento a mis mariconadas y con singular belleza aprecio nuestros labios sin besarse, nuestros cuerpos que nunca habrán de verse desnudos, la parejita que no seremos. Ese vino no se bebe.
Ahora corresponde agradecerte porque eres la gran excepción a la regla quédate un rato y cuando me acostumbre a ti, márchate.
No. Tú eres algo más. Mi amigo, mi tímida burla, mi paseo por la ciudad cuando la rutina parece secuestrarme. La camaradería de hace un rato cuando interpretabas al escritor y yo a la periodista. El pasado. Teatro.
Qué orgullo verte en ese saco, redactarte ahora en este espacio trémulo, encargado de mantenerme en construcción. Desde hace tiempo sé que pocos transitarán el camino que has elegido hacerte, como también sé que no nos cansamos de criticar nuestros propios modos tan gastados de pseudo nivel académico. Otros podrían tragarse la idea de vernos a ambos enredados entre signos y significantes carentes de objeto. Nosotros sabemos que la vida apesta y aquello es puro blof.
Me gusta tanto esto de poder serenarme a tu lado y pensar que no hay intelectualidad suficiente para librarnos de nuestras carencias. Sólo está la paz. Tu paz.
Está nuestro afán de no lucha y el claro objetivo de renunciar a la violencia o –por lo menos- mantenerla lejos del lenguaje. Ahí tenemos puestos los ojos. Llegaremos.
Ha sido verte un remanso de franqueza. Te escribo aquí y ya no tengo temor a nada, mucho menos a estar sola; el mundo puede seguir sus ciclos, me has dado fuerza.
Te dejo en este sitio donde comulgan nuevos eventos con la clara impresión de entender y sentir que me has regalado la auténtica experiencia de compartirnos tan humanos, abandonados ya de todas las formas que se inventa el hombre para hacerse permanecer en la vida de otro. Soy y eres nada, sin embargo el lazo nos sigue hilvanando, colega, haciéndonos más sabios de a poco como es necesario para avanzar y no confiar que hay respuesta. En el fondo no la hay. La tejemos. La inventamos.

jueves, 14 de enero de 2010

Enero de 1922

El año nuevo ha llegado ya, acabado de surgir de las profundidades del tiempo; y todos los corazones, el mío entre ellos, se vuelven hacia él ansiosamente, tratando de adivinar qué trae para nosotros los mortales.
RICARDO FLORES MAGÓN