Si tú supieras que estoy más triste y absurda que la visita papal, o si supieras que no logro tener dos días geniales consecutivos, que ahí está el frío que cae como una lápida en el cuello cuando dejo la oficinita y últimamente personas cercanas me han dicho que tiendo a querer pasarla mal.
Y me asomo al día a día y está peor que nunca, y no importa si decididamente me guardo el deseo a un costado del nunca será.
La cena fría se sirve: whisky y blog puntuales, como si la salvación en turno se tratara de escribir hasta esas playas a las que quise viajar contigo.
Porque ahora que hablamos de sonidos déjame te cuento, esto suena muy parecido a un remo que se sumerge en el fango y apenas sale a superficie, de manos astilladas de navegante en el fin del mundo, de ballenas que ya no quieren ganar.
Ni tendrías por qué saberlo pero te cuento, el egoísmo es así y uno arrastra consigo lo que tenga enfrente, destruye pero finge que no, es violento pero finge no. Nos envuelve en un sax desgastado y noventero y algo recuerda de otras horas cuando no éramos tan neuras y solitarios.
martes, 9 de febrero de 2016
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