Parece que quedó claro.
No son los días amontonados entre dos los que trascienden, ni las caricias y cuanto pretexto encontremos para compartir.
Lo que sostiene mis huesos es la palabra, su desnudez y valentía.
Es regresar a las heridas abiertas y darles la bienvenida, irlas remendando con cautela, escuchar lo que no se dice pero de un hilito se sostiene.
La certeza, primero por lo gramatical luego por categorías más existenciales, la vinimos a encontrar un día perdido cualquiera.
Sobresale que en tu vida y en la mía fuimos mucho, para saberlo ya no es necesario que aparezcas.
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