Yo soy el testigo de este espacio que Dios aún no ha invadido.
De esta tierra hecha de la sombra, del aire,
donde vienen perdidas mariposas
arrastrando burbujas de tiempo helado, que estallan,
dispersando sus garras verdes por las paredes de los sueños.
De esta tierra hecha de la sombra, del aire,
donde vienen perdidas mariposas
arrastrando burbujas de tiempo helado, que estallan,
dispersando sus garras verdes por las paredes de los sueños.
Busco al que soy en este jardín de huecos.
Llamo y mi grito envejece echando sombra.
La oscuridad levanta su ciudad entrelazada con el fuego.
Todo arde y veo este planeta remoto reflejado en la luna.
Tal vez tú no recuerdes que eres el que soy,
que del otro lado fui tú mismo pero ahora vago por las calles
perdido sin saber dónde estás.
Ven a este parque a encontrarte contigo como antes de nacer.
La oscuridad me devora y temo no hallarte jamás.
Siempre escribí con miedo, como si estuviera frente a Dios,
como si intuyera que nada me sucedió en realidad,
porque nunca escapé más allá de mi cuerpo.
Testigo fui de mi paso por el tiempo y supe por mi sombra que estaba de pie sobre este mundo.
Y no fui agua, ni luz, ni pensamiento;
fui algo entreabriendo la oscuridad
con el temor del que está frente a Dios, o frente a sí mismo,
y no se ve.
Llamo y mi grito envejece echando sombra.
La oscuridad levanta su ciudad entrelazada con el fuego.
Todo arde y veo este planeta remoto reflejado en la luna.
Tal vez tú no recuerdes que eres el que soy,
que del otro lado fui tú mismo pero ahora vago por las calles
perdido sin saber dónde estás.
Ven a este parque a encontrarte contigo como antes de nacer.
La oscuridad me devora y temo no hallarte jamás.
Siempre escribí con miedo, como si estuviera frente a Dios,
como si intuyera que nada me sucedió en realidad,
porque nunca escapé más allá de mi cuerpo.
Testigo fui de mi paso por el tiempo y supe por mi sombra que estaba de pie sobre este mundo.
Y no fui agua, ni luz, ni pensamiento;
fui algo entreabriendo la oscuridad
con el temor del que está frente a Dios, o frente a sí mismo,
y no se ve.
JESÚS ACOSTA