lunes, 16 de mayo de 2011

Xilbabá.

Hizo noche y nublado como de primer día, muy similar al tiempo que no tiene precedente, a ese tiempo de primeros hombres, el tiempo antes del tiempo.

Acudimos con la fe de las misas bien puesta y ahí, replegados en las luces que arrojaba el fin del mundo, diseccionamos la sonrisa con el filo de los párpados hasta que quedó bien abierta.

Ya luego descendimos haciendo giros, uno atrás del otro, otro atrás de uno; tal vez una secuencia de tango muy vieja y las escaleras de caracol que siempre son tan obvias.

Abajo, muy abajo de toda esa cavidad murtuoria, sólo había partículas de galaxia y una conspiración de estrellas.

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