miércoles, 28 de abril de 2010

La flor y el llanto

Nuestra muerte llegó tarde, bebió lo que quedaba de los ojos
y quedaron secos, con el hedor de las noticias del último momento
tomó el par de piernas, las sacudió con desprecio
jaló sus hilos para hacerlas bailar
con esa angustia que carcome un sueño
cuando ya llegan las seis de la mañana
y apenas se improvisa su final
sin tiempo para los detalles sabios,
sin el candor mínimo que divide al orgullo del amor
sopló las manos hasta helarlas
con empeño para hacerme creer que no vendrán las tuyas
a entibiar la madrugada.
Hizo con el corazón un barco y se burló de su naufragio
porque el papel se consume rápido puesto al fuego
y yo sé que en el fondo pensarás, Lucía
que la muerte es siempre la única justicia al crimen de la vida
sin embargo ahora te da por repasarnos
parte por parte, recuerdo por noche y recuerdo
cómo éramos entonces
sin esta indigna sepultura que trae consigo el olvido y la distancia.

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