sábado, 9 de enero de 2010

En casa

Corridos los diez primeros días del dos-cero-diez decidí mudarme de blog. Finalicé el ejercicio insconstante de mi anterior bitácora porque me fastidié de leer una repetición sistémica de mis vicios y formas tan compulsivas. Acá seguro las encontraré también, sin embargo me queda claro qué círculos han quedado cerrados; leo los textos del viejo espacio y en cada uno encuentro relación con un estado que ahora me es ajeno ((o que intento que me sea ajeno)) porque estoy convencida que hay otros personajes aquí, con Lucía Miranda.
Durante 2009, después de farras, encuentros y otros-misterios descubrí que la vida son días para convertirse en otro ser. Conozco tan pocas formas de relacionarme con los demás que al salirme de esas formas, primitivas y neuróticas, suelo sentir miedo. Por eso abro otro cuadro de apuntes acá, porque estoy plenamente interesada en conocer cuáles relaciones humanas estoy por construir y conocer, aprender de ellas y hacer de mí algo similar a una persona libre, con un sentido crítico y propio de este hermoso caos.
Es curioso, en cualquier momento del pasado no me habría permitido expresarme así; demasiado preocupada por mantener la-idea-de-la-mujer-que-quería-ser, hablar de la belleza, de la inconexión del mundo y de mis miedos o fraudes, simplemente estaba prohibido.
Este texto es para felicitarme. Ahora no soy la-mujer ni quiero serlo, ahora soy muchas y quiza sea todas, también todos; soy yo y celebro en estas líneas tan sutil hallazgo.

--No se me juzgue por incursionar muy ñoña en el mundo del blog. Juar¡

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