[play]Nos debíamos la suerte, estos alivios,
la risa colgada, la tuya de la mía, visceversa
y todos esos malabares con sus ojos de trapecio.
Sobre todas las cosas hacía falta hallarte
revisar perfectamente los lugares vacíos que dejamos
las sillas acomodadas detrás de la vitrina
una frente a la otra
con ausencias que yo miraba ahí todavía contándose
no sé qué tanto.
Quizá necesitábamos corroborar las bancas
que se cansaron de esperarnos.
Urgía el frío explorándonos la memoria
acompañarse de neblina,
virar el barco
mirarnos fuera del mapa
o seguir las tristezas que enrutan las arrugas de tu cara.
Hacía falta largarnos a la huelga,
movilizarnos hacia la duda, hacerle scratch al olvido
explotar la ciudad en diez tumbos
abrazarte en medio de la guerra nuclear
dejar los átomos puestos en acción directa.
Era pendiente estrenar este optimismo, del caro.
Faltaban las mesitas mojadas para no poder sentarnos
el tráfico hacia la estación
despedir el azul del domingo, comprar regresos,
inspeccionarte el cabello.
Teníamos en deuda desplegar estrellas
y montarnos en nuestro transbordador espacial,
mirarnos astronautas y creernos astronautas
subir un montón al cielo;
quizá debíamos coordenarnos, despegar las naves,
doblarnos el orgullo y las escotillas.
Y por fin llegar.
Y por fin salir de la galaxia vestidos de cálculos inexactos
Y por fin salpicarnos de silencio.
Que temblaran los alfabetos, las lenguas, los vocablos.
Apagar los ojos con las últimas sinfonías de tu recuerdo.