Para @tlapil y Luis Tovar, por sumarse al cúmulo de consideraciones...
Al volver de Guadalajara sentí la necesidad de escribir y escribir, un cúmulo de sensaciones más bien, y lejanas las retóricas preciosistas y descripciones sobre la experiencia sensorial, me di cuenta que a falta de vocabulario y rigor literario, no podría plasmar aquí o en los cuadernos el vaivén de ideas flotantes que me traje de la ciudad.
Platiqué largo y tendido con Tovar, eso recuerdo, nimiedades de cine y cosas de veras importantes; hacía tiempo no escuchaba a alguien decirme que no dejara de crear, de intentar pasarla bien, de tomar fotos. De hecho tengo encargo de hacerle una serie de retratos y ya estamos trabajando sobre eso. Me regalará su libro editado hace poco "una jornada en otro tiempo".
Una de las pláticas tuvo como testigo un libro, puesto (quizá intencionalmente) en el escritorio, sobre tratados de la felicidad desde distintas perspectivas filosóficas contemporáneas y de verdad el título me dio risita.
Y luego la sección de "verdades irrefutables": pasé mañanas y mañanas enteras comparándome con quién sabe quién, ésa ha sido una de las prácticas autodestructivas que más lejos me ha llevado los últimos años. Detrás de cada comparación he encontrado mis sueños un poco aplastados, y digo por sueños esas metas o actividades que me propuse realizar a mediano y largo plazo.
Escribir salva, pero no es suficiente.
Luego, mi mejor amigo partió a Europa y le extraño, eso me ha puesto más hostil con el mundo que de costumbre, ya no digamos mis muy frecuentes cambios de ánimo ni desconfianzas o partidas de madre tratándome de dividir lo indivisible. En el fondo, más que extrañar, sé que no está en la ciudad la persona que generalmente se sopla todos mis dramas y eso me hace andarme con cuidado. Es decir, estoy a mi cargo.
Responsabilizarse es suficiente, pero es cruel.
A recientes fechas mi casi hermana mayor luce radiante, nadie pensaría que en algún momento fue una chica suicida. Después de dos años de terapia psicoanalítica luce guapa, compró un departamento, va a clases de meditación y me da consejos cada vez que entro en crisis. Con ella inauguré mi etapa final de comparación destructora; no compré un depa ni asisto a clases de reiki, dejé psicoanálisis hace meses pensando que me negaba rotundamente a esa felicidad de aparador, de modo capitalista y tarjetas bancarias, pero el asunto es que la veo sana y eso me da alegría. Pienso que no tomé la decisión indicada al dejar la terapia, pero es a ratos nada más.
De la misma manera desaté celos furiosos con otra chica que siempre busco de pretexto para compararme, la dinámica es tan clara, que estos días pensé al menos un par de veces en su bonito maratón, en su bonita maestría, en su bonita amistad con el mundo y con Israel. Así de triste.
Cuando no haya salida de emergencia busque sincerarse.
Por encima de esto, un sector de conocidos, pide a gritos que no abandone "los ideales revolucionarios". Pero qué mierdas, y así al infinito.
Tomar conciencia de esta causa que soy, con todo esto que soy y que no soy, me ha hecho no sólo escribirlo y quedar un poco más cierta; también me puso en contacto con un lado profundo, siento que el doppelganger de esta historia triunfó, le dejé ganar una de tantas y tantas y tantas.
Desde el viernes he amanecido temprano y de buenas, con la intención de cuidarme o por lo menos retrasar lo más posible la siguiente crisis. Guadalajara fue el exilio, olvidé decir que estuve bien lejos de mi familia y descubrí que ya se acostumbraron a mi ausencia. Está bien.
En suma, siento particular interés por el mundo, por los amigos que decididamente deberían estar en terapia para lidiar con un codependiente. Algo de ansiedad se asoma pero me las arreglo pensando que en todo este discurso algo de libertario encontré para mí. El mejor momento del día se ha convertido en ese particular instante en que cae el agua de la regadera y puedo repetirme que estaré bien, sobre todo que soy capaz de generarme un estado emocional saludable.
Trabajo duro para el sistema, de manera lenta, pero ahí ando. Debo entregar fotos y ver si me aceptan como colaboradora en una revista, conservo mi trabajo actual en calidad de "sobresaliente", cocino muy sabroso, me teñí el cabello y quiero tatuarme un hikuri. Anoche ayudé a Set con su solicitud de trabajo y califiqué un examen de idioma entre avanzado y estudios superiores. Un chingo de cosas en mi vida necesitan dedicación y constancia.
Dejé de pedir a gritos que el pasado regresara y al parecer funciona.